Como lidiar con la vergüenza
Como lidiar con la vergüenza. La vergüenza es una de aquellas emociones que nos es difícil de gestionar, como consecuencia del malestar que suele traer consigo. A diferencia de otras emociones básicas, como la alegría o la tristeza, que son innatas en el ser humano, la vergüenza es una emoción aprendida, es decir que aparece a raíz de nuestro proceso de socialización en los primeros años de vida.
En su vertiente saludable, la vergüenza nos señala aquellos
recursos o aptitudes de los que carecemos para enfrentar una determinada
situación social. Por ejemplo la vergüenza aparece cuando tenemos que hablar en
público, y sentimos que no disponemos de experiencia en ese campo.
Sin embargo, cuando esta emoción nos bloquea y nos genera
malestar, afectando nuestro bienestar y nuestra autoestima, la vergüenza puede
convertirse en algo patológico y perjudicial para nuestra vida. En este caso
estaríamos hablando de una vergüenza disfuncional.
La vergüenza disfuncional parte de uno de nuestros miedos más
ancestrales, el miedo a ser desterrados o abandonados por la tribu, así como de
nuestra necesidad que como seres humanos tenemos de pertenecer a un grupo, y en consecuencia de ser reconocidos por éste.
La motivación de este exilio forzado por parte de la tribu a
la que pertenecemos, procede de no cumplir con aquellas
características, o aptitudes que el grupo exige a sus miembros. El miedo que
surge a ser desterrados por la tribu, parte de una mirada pobre hacia nosotros
mismos, a través de la cual no nos sentimos adecuados para formar parte del grupo.
En consecuencia, internamente sentimos que hay algo malo, o defectuoso en
nosotros que no nos hace dignos de ser. Recordemos que nuestro sentimiento de dignidad está
estrechamente relacionado con nuestra identidad, la cual se forma a partir de
nuestra interacción con el entorno social.
Por norma general, la reacción al sentir vergüenza es querer
escondernos o pasar desapercibidos ante el grupo, para que así el resto de
personas no descubra como de imperfectos somos. Ante la vergüenza nos
encogemos, nos hacemos pequeños, deseamos ocultarnos y nos sumergimos en
pensamientos limitantes sobre nuestra persona, lo que perjudica seriamente
nuestra autoestima.
La vergüenza disfuncional suele originarse en la infancia y
está condicionada por el tipo de educación recibida. Por norma general esta emoción suele formarse
a partir de experiencias de desvalorización vividas por el niño.
Infancias donde se ha sufrido maltrato, padres muy exigentes y
críticos con sus hijos, padres que se relacionan con sus hijos desde la
comparación con otros (en las que el hijo siempre acababa perdiendo), o
entornos excesivamente sobreprotectores, pueden todos ellos favorecer el
desarrollo de un pobre autoconcepto en el niño, lo cual aumentará las
posibilidades de que éste sufra de problemas con la vergüenza en el futuro.
A nivel patológico, una manifestación típica de este tipo de
vergüenza es el Síndrome del Impostor. Este síndrome se caracteriza porque individuos
competentes se sienten incapaces y no creen en su valía, a pesar de que existen
evidencias que les dicen todo lo contrario.
El individuo que sufre de este cuadro psicológico desconfía de sus posibilidades, pues siente que
es un fraude y que está engañando al resto de personas, las cuales no ven su
verdadera y defectuosa forma de ser. La creencia de este tipo de personas viene
a decir algo así como; “Si los otros supiesen que en realidad soy un fraude,
no me querrían y me abandonarían”.
El Síndrome del Impostor suele darse en personas muy
exigentes consigo mismas, las cuales se juzgan de una forma excesivamente
severa. Asimismo suelen ser individuos con una baja autoestima, y con un pobre
autoconcepto sobre su persona, pues creen que nunca llegarán a cumplir con las
expectativas externas.
La tendencia de quién sufre de este tipo de fenómeno es la de esconder aquellas partes de sí mismos que creen pueden generar rechazo ante
el grupo. Debido a este miedo, suelen ser personas que viven en una ansiedad y
una tensión constante, con un profundo temor a ser desenmascarados por el
resto.
Este síndrome suele partir de creencias limitantes sobre uno mismo, así como una visión subjetiva muy crítica, y excesivamente perfeccionista, que una vez contrastada con la realidad objetiva, puede constatarse que no tiene razón de ser. Obviamente, y como todo fenómeno psicológico, requiere de un acompañamiento terapéutico que ayude a la persona que sufre de este síndrome a adoptar una nueva visión sobre sí mismo, y sobre el mundo que le rodea; un proceso que requiere de tiempo y constancia para desmontar los patrones caracteriológicos limitantes, sustituyéndolos por otros de más realistas y saludables.
A continuación, te dejo algunas pautas que pueden ayudarte a lidiar con la vergüenza. No obstante, en caso que sientas que
la vergüenza es un problema en tu vida, no dejes de consultar con un profesional de la
terapia. Puedes CLICAR AQUÍ para más información.
1. Acepta tu persona.
Acéptate tal y como eres, con tus virtudes y tus defectos. No busques la
perfección, pues no existe, ni tampoco es deseable.
2. Deja de complacer. Evita mostrarte complaciente con todo
el mundo con el objetivo de ser aceptado. Curiosamente, como más libres nos
sentimos para mostrarnos tal y como somos, más aceptación recibimos del
entorno. Por norma general, mostrarse desde la esencia es percibido por el
resto como un acto de autenticidad, lo que también ayuda a esas personas a relacionarse
de la misma forma contigo.
En cambio cuando nos comunicamos desde la falsedad, ésta es captada por el resto, lo que genera un distanciamiento con otras personas. Recuerda que por mucho que quieras ocultar una parte de ti mismo/a, o aparentar una determinada forma de ser, la mayor parte del mensaje que comunicamos a otras personas es comunicación no verbal, es decir a través de gestos y lenguaje corporal, la cual no podemos controlar.
3. No des tanta importancia a lo que otros opinan de ti.
Debes tener claro que no podemos gustar a todo el mundo, intentarlo requiere de
un gran esfuerzo, y la realidad es que más pronto o más tarde, vas a topar con alguien al que no
gustarás, por lo que tu ilusión se va a ver frustrada. Seguramente tú también
sientes que hay personas que te desagradan, o con las cuales no sientes
afinidad, y siendo así, por qué tendría que ser diferente contigo.
En tal sentido, es importante que fijes límites respecto a las
opiniones externas. En primer lugar identifica el origen de esos comentarios;
pues no es lo mismo recibir el comentario de tu pareja, que el mensaje proceda de un
compañero de trabajo. En segundo lugar, plantéate si esos comentarios que recibes
pueden ayudarte a mejorar en algún sentido, en caso contrario recházalos. Es muy
importante que no dejes que las opiniones externas te hagan dudar sobre tu valía,
o sobre el amor hacia ti mismo.
4. Identifica aquellas situaciones que te generan más
vergüenza. Toma conciencia de aquellas circunstancias en las que puede aparecer
la vergüenza, y toma nota de los pensamientos que aparecen en tu mente en ese
momento. Posteriormente, revisa estos mensajes y plantéate las siguientes preguntas:
¿Aquello que te dices te aporta o te ayuda en algo?
¿Qué tono utilizas para hablarte a ti mismo?
¿En que experiencias pasadas te basas para emitir esos
juicios sobre tu persona?
¿Cómo te limita el mensaje que te dices a ti mismo/a?
¿Qué le dirías a un amigo que se dice ese tipo de mensajes?
¿Sientes que te estás tratando con respeto cuando te hablas a
ti mismo/a?
¿Sientes que eres realista con aquello que te exiges a ti
mismo/a?
¿Puede ser que estés siendo demasiado duro/a con tu persona?
¿Aquello que te preocupa está bajo tu control?
¿Del 1 al 10, cómo de importante es el mensaje que te estás enviando en tu vida?
Una vez hayas contestado a estás preguntas, plantéate cambiar
el sentido de tus pensamientos. Por ejemplo si te dices; “No puedo, no vale
la pena intentarlo”, sustitúyelo por; “Yo puedo y voy a intentarlo”.
Toma conciencia de cómo te sientes a nivel corporal y emocional después de decirte
cada una de estas afirmaciones.
5. Evita la comparación. Cuando nos comparamos, normalmente
es para sentirnos inferiores al resto. Por este motivo, evita hacer
comparaciones, y si lo haces, pregúntate qué tiene esa persona que a ti te
gustaría, y en este sentido qué puedes hacer tú para alcanzarlo. Utiliza la
comparación como una forma de motivación, y no como una vía para castigarte y
desvalorizarte.
6. No te avergüences de tu vergüenza. Todos en algún momento
u otro sentimos vergüenza, de hecho es más común de lo que podrías pensar. Por
este motivo no te avergüences de ella, incluso cuando la sientas, en vez de
querer huir o esconderte, comparte como te sientes con otras personas, pues este
acto te ayudará a perder el miedo a la vergüenza.
Por último, os dejo con una charla de Brené Brown, una
escritora e investigadora estadounidense, especializada en emociones. En este
video nos habla sobre la vergüenza.
Leslie Beebe
Psicoterapia Humanista
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