El Diablo y la Sombra

psicologo barcelona

“Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma” C.Jung.

El Arcano Número XV del tarot corresponde a la figura del Diablo, junto con la Muerte, son dos de las cartas más temidas en el tarot. Pero ¿quién es este personaje?.  La idea del diablo se remonta a los comienzos de la humanidad. En un principio partía de una concepción que se alejaba de la personificación, involucrando a los buenos y malos espíritus que convivían en la naturaleza. El primer Diablo, personificado en este caso, parece ser el que aparece en la India como Mara, la tentadora de Buda. Posteriormente en los escritos del Viejo Testamento, Satán (adversario en hebreo),  aparece como un sirviente de Dios, y no como un adversario, castigando a la humanidad en nombre del todopoderoso. El concepto de Diablo como el ángel expulsado por Dios es una creación del cristianismo, que se fue configurando en los primeros siglos de existencia.

Carl Jung argumentaba que el bien y el mal son pares de opuestos, uno no puede existir sin el otro, como la noche no se concibe sin la existencia del día. Por este motivo concluyó que Dios debía también tener su opuesto, su alter ego, por tanto su lado oscuro. A partir de esta idea de dualidad Jung relacionó el Diablo con el arquetipo de la Sombra, y por tanto con el aspecto oscuro de nuestra personalidad. Esta idea entiende lo oscuro como aquellos aspectos de uno mismo que la persona ha alienado y proyectado en el mundo exterior,  los cuales no son aceptables para nuestro ego. Jung concebía a la Sombra como la clave dentro del proceso de individuación. Únicamente cuando los contenidos de la Sombra que habitan en el inconsciente son traídos a la conciencia para ser reconocidos e integrados, entonces el individuo puede alcanzar la totalidad.

En las cartas del tarot el Diablo hace referencia a Lucifer, al que “trae la luz”. De hecho en la imagen de la carta aparece con una antorcha en sus manos. Por tanto ya nos advierte que va a ser el propio Diablo quién ponga luz en aquellas zonas oscuras de nuestra personalidad, a nuestra Sombra. Las dos personas que aparecen en la carta también nos hacen referencia a la dualidad, a los opuestos, luz y sombra, bien y mal, hombre y mujer, uno no se comprende sin la existencia del otro. 
En nuestra sociedad se ha hecho un culto al bien, hasta tal extremo que cuando tenemos un sentimiento oscuro nos sentimos culpables, nos avergonzamos y buscamos ser castigados de alguna forma. Sin embargo, negar el mal no hace que éste desaparezca, pues necesita también de su espacio. Al negarlo lo que hacemos es proyectarlo en el exterior, en el otro, nos victimizamos y sentimos que todo lo malo que nos pasa es por culpa del otro, evitando así asumir la responsabilidad en nuestra vida.

“En la medida que descubramos los secretos del arquetipo de la sombra y nos apropiemos de cada proyección, nos hallaremos en mejores condiciones, necesarias para ver sus tesoros. El hecho de abrazar el lado oscuro de la realidad nos convierte al igual que Lucifer en portadores de luz. Así cuando nos abrimos al otro, al extraño, al rechazado, el débil, el despreciado, donde su aceptación nos permitirá transmutarlo y despertar a una vida superior. Entonces será cuando empecemos a escuchar la voz del sí mismo (el Self) y ya no tendremos que creer en la magia porque esta se hallará a nuestro alcance”. (Zweig&Wolf, 1999, p 68).




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El analista junguiano R. Wang argumenta que el encuentro con la Sombra, y su posterior aceptación e integración, es un proceso que muy pocos logran porqué además de ser una experiencia desagradable, la mayoría de las personas no son conscientes de ella y viven únicamente bajo la buena luz que proyecta su ego. Los dos personajes que aparecen en la carta del Diablo nos remiten a este significado, son Adán y Eva. Los dos se encuentran de espaldas al Diablo y están atados por unas cadenas; son como dos títeres manipulados por el Diablo, inconscientes de lo que pasa en su vida. Aunque atados por las cadenas, éstas no les oprimen, seguramente si los dos personajes tomasen conciencia de esta manipulación, serían capaces de liberarse de ellas, pero para ello sería necesario que se diesen la vuelta, mirasen al Diablo de frente y tomasen conciencia que se encuentran atados. Este encuentro implicaría encontrarse con aquellos aspectos que más nos asustan de nosotros mismos, aquellos instintos primarios que la sociedad nos ha enseñado que no son aceptables y que no debemos mostrar al mundo por el miedo a perder nuestra buena imagen. Aceptar que hasta ese momento no hemos sido libres, es un acto aterrador para la persona.

Es curioso que el Diablo sea la carta que abre el último septemário del tarot, el denominado nivel transpersonal o de iluminación del alma. La carta ya nos advierte que uno no conseguirá la iluminación únicamente practicando la meditación, viajando al Tibet o volviéndose vegano, sino que será necesario superar la tentación del diablo, una prueba totalmente mundana, con aquello material que nos envuelve en el día a día; el dinero, el poder, el sexo, la imagen, y como nos relacionamos con ellos.  Si somos capaces de tomar conciencia de aquello que nos ata en nuestra vida, de aquellos aspectos que no aceptamos en nosotros, podremos llegar a un nivel de conciencia superior.

“Cuando se integra a la Sombra el mundo deja de aparecer lleno de adversarios que son productos del inconsciente, y las personas que discrepan de nosotros ya se pueden ver como individuos. La mayor parte de los problemas de la sombra son problemas personales y la solución al problema se alcanza aceptando las partes de nuestra personalidad única que con anterioridad han sido rechazadas o ignoradas.” (Robertson, 1998, p 205)


Según Jung una forma de conectar con nuestra sombra es a través de los sueños. Para Jung la sombra puede tomar múltiples formas, se puede manifestar en animales como arañas, murciélagos y ratas. En la misma carta del Diablo, ya nos hace referencia a distintos símbolos relacionados con los animales; el Diablo se representa con alas de murciélago, cuernos, cabeza y pelaje de un macho cabrío. Los dos personajes masculino y femenino (Adán y Eva) también aparecen con cuernos y rabos animales, simbolizando el mundo instintivo. La antorcha que lleva el diablo aparece como la puerta para iluminar la oscuridad de la carta y como una forma de poner luz a un mundo instintivo que permanece en la sombra. Otros símbolos como la estrella de cinco puntos invertida, las cadenas, la mano extendida y el cajón en el que están atados Adán y Eva, nos remiten a las fuerzas destructivas y a la cruda realidad terrenal a la que estamos de alguna forma esclavizados. El mensaje es claro; no va existir un fondo trascendental o una profundidad espiritual  si no tomamos conciencia y miramos aquello que nos esclaviza en nuestra vida. El diablo nos dice:

“Encuentra tu lado oscuro, lleva a la luz tu oscuridad. Toma conciencia de tus dependencias y ataduras, para así poder decidir libremente. Observa en qué situaciones abusas de tu poder y manipulas, o bien dejas que lo hagan contigo. Si aprendes a vivir conscientemente a este lado, dando a tu Sombra una forma creativa, podrás liberarte de tu atadura”.

Leslie Beebe

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