Pensar y pensar
“Intente imponerse la tarea de no pensar en un oso polar
y verá al maldito animal a cada minuto”.
Estas
palabras son del escritor ruso Fiodor Dostoievsky y pertenecen a su obra “Notas de invierno sobre impresiones de
verano”. Un siglo más tarde el Doctor Daniel Wegner, un investigador de la Universidad de
Harvard, utilizó dichas palabras para llevar a cabo un experimento relacionado
con la supresión del pensamiento. El Dr. Wegner pidió a los participantes en el
experimento que pensasen conscientemente en lo que quisieran durante cinco
minutos, con la única condición de no pensar en un oso polar. Cada vez que
visualizasen en su pensamiento al oso debían tocar una campana. El resultado
fue que la mayoría de los participantes pensaron en el oso polar más de una vez
por minuto.
Posteriormente se pidió al grupo que había realizado el experimento que pensase de forma consciente en el oso polar. Paralelamente se dio a un segundo grupo, que no había participado en la primera parte del experimento, la misma consigna. El resultado obtenido fue claro; los participantes del primer grupo pensaron muchas más veces en el oso polar que los del segundo grupo.
Este
experimento nos pone de manifiesto la imposibilidad de controlar nuestros
pensamientos. Cuanto más intentamos evitar un pensamiento más se repite en
nuestra conciencia, provocando de esta forma un efecto contrario al esperado. La
explicación es la siguiente; al emitir la orden de no pensar en algo una parte
de nuestro cerebro se focaliza en evitar tal pensamiento. No obstante otra
parte se encarga de comprobar periódicamente que estamos siguiendo las órdenes
que se nos han dado y por tanto que el pensamiento no salga a la luz,
paradójicamente volviendo a hacer consciente el pensamiento en nuestra mente. En
este sentido estudios similares se realizaron con personas que querían dejar de
fumar, las personas a las que se les asignaba la consigna de no pensar en el
hábito eran más proclives a fracasar en su intento que el resto.
Generalmente
la mayoría de nosotros no nos quedamos enganchados con la imagen de un oso
polar en nuestra mente. No obstante sí que lo hacemos con ideas que se repiten
en nuestra mente y que no nos resultan tan inofensivas como la idea del oso.
Todas estas ideas, a las que denominamos como pensamiento obsesivo, suelen
tener connotaciones negativas para nuestra persona; pensamientos de impotencia
sobre nosotros mismos, recuerdos dolorosos, futurizaciones negativas, frustraciones,
desvalorización propia y tantos otros pensamientos que nos generan malestar y
sufrimiento y que pueden provocar problemas de salud como la ansiedad y el
insomnio. Si estos problemas permanecen en el tiempo pueden desembocar en
problemas más graves de salud como el Transtorno Obsesivo Compulsivo (TOC).
El
pensamiento obsesivo es un pensamiento excesivo que suele surgir de una pequeña
idea o problema y que nosotros vamos alimentando con ideas negativas, con un
mayor o menor denominador común, pero que acaban por expandirse y ocupar la
mayor parte de nuestro tiempo y nuestro pensamiento.
El resultado
no cabe decirlo es agotador, pues nos demanda una gran cantidad de energía y por
tanto nos limita el resto de actividades de nuestra vida.
¿Qué
podemos hacer pues para no engancharnos a este tipo de pensamientos?. La
respuesta no pasa por querer controlar nuestro pensamiento a través de mecanismos
como la evitación o la represión, pues como hemos visto el control tiene un
efecto contrario al esperado.
En mi opinión la clave es adoptar una actitud de observación, parecida a la adoptada por los practicantes del Zazen (meditación Zen). El Zazen defiende el libre fluir de los pensamientos y el no quedarse enganchado a ellos durante la practica de la meditación. La actitud que adoptamos ante los pensamientos repetitivos sería la de dejárlos pasar en nuestra mente sin detenernos en ellos, permitiendo que aparezcan y se marchen, como si nosotros fuésemos un simple observador externo. Una actitud que obviamente no se consigue de la noche a la mañana, pero que si se cultiva y practica da sus resultados con el tiempo. A parte de la practica regular de la meditación y los estados de relajación también podemos adoptar otras técnicas que nos permitan gestionar de una forma más eficiente este tipo de pensamientos, aquí os dejo algunas de ellas:
En mi opinión la clave es adoptar una actitud de observación, parecida a la adoptada por los practicantes del Zazen (meditación Zen). El Zazen defiende el libre fluir de los pensamientos y el no quedarse enganchado a ellos durante la practica de la meditación. La actitud que adoptamos ante los pensamientos repetitivos sería la de dejárlos pasar en nuestra mente sin detenernos en ellos, permitiendo que aparezcan y se marchen, como si nosotros fuésemos un simple observador externo. Una actitud que obviamente no se consigue de la noche a la mañana, pero que si se cultiva y practica da sus resultados con el tiempo. A parte de la practica regular de la meditación y los estados de relajación también podemos adoptar otras técnicas que nos permitan gestionar de una forma más eficiente este tipo de pensamientos, aquí os dejo algunas de ellas:
Si sientes que el pensamiento te controla, la terapia puede ayudarte. Infórmate sin compromiso. 645 36 87 14 / lesbcn13@gmail.com
Cuando sentimos que el pensamiento obsesivo aparece en nuestra mente colocar un “cortafuegos” que rompa con la dinámica repetitiva. Por ejemplo ponernos a escribir sobre lo que sentimos (no lo que pensamos) y sobre como está nuestro cuerpo en ese momento. Esta maniobra de distracción permite fijar nuestra atención en otro punto y no alimentar al pensamiento.
Otra fórmula ante la
aparición del pensamiento obsesivo es darnos unos instantes para preguntarnos si
está en nuestras manos resolver esta problemática, o bien si dicho pensamiento
hace referencia a un factor externo sobre el cual nosotros no tenemos control. Como
dice un proverbio chino; “Si tienes un
problema que no tiene solución ¿Para qué te preocupas? Y si tiene solución
¿Para qué te preocupas?”. Asimismo trata de hacerte las siguientes preguntas; “¿Si realmente sucede esta situación que me preocupa, qué es lo peor que puede pasarme, y si es así qué voy a hacer al respecto?, ¿Vale la pena que dedique tanto esfuerzo en pensar en ello?, ¿Pensar más en ello me ayuda realmente a solucionar la situación o bien me estresa más?. Por norma general cuando aparece el pensamiento obsesivo uno tiende a retroalimentarlo y termina creando una situación más grande de la que es en realidad.
También es importante que trates de
reservar tiempo para ti durante el día para realizar actividades que te generen
placer; escuchar música, quedar con amigos, realizar ejercicio físico, etc… de
esta forma la mente se mantendrá ocupada en otras cosas.
Si sientes
que los pensamientos obsesivos dificultan tu día a día, te generan malestar y percibes
que estás perdiendo calidad de vida, quizás sea un buen momento para consultar con un profesional
de la terapia para ayudarte a salir de esta situación.
Leslie
Beebe
Terapia Gestalt y Life Coaching Barcelona
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