Terapia Gestalt y Adicción al Móvil
En las sesiones de Terapia es cada vez más habitual tratar temas de adicciones; uno de ellos la adicción al móvil. En los últimos
años ha surgido una tendencia creciente respecto al uso de los dispositivos
móviles. Vayamos en metro, en el autobús, estemos con amigos o compañeros de
trabajo, el móvil siempre está presente.
Según un estudio publicado por la empresa de teléfonos. The Phone House un
porcentaje elevado de españoles no puede estar un lapso superior a 15 minutos
sin consultar el móvil, lo que ya nos muestra la dependencia que tenemos a
estos dispositivos. Países como el Reino Unido confirman esta dependencia, y
advierten de la aparición de un nuevo tipo de fobia que han denominado como nomofobia.
El termino nomofobia
proviene del anglicismo “no mobile phone
phobia” y hace referencia a la ansiedad que sufren los usuarios del móvil
cuando se quedan sin poder utilizar este dispositivo. Los motivos pueden ser
diversos, aunque todos ellos llevan a la persona a sentir el miedo de no poder
acceder a su móvil, ya sea por falta de cobertura, por no tener acceso a internet
, porqué se lo han dejado en casa o bien porqué se han quedado sin batería.
Independientemente de cual sea el motivo, el efecto siempre es el mismo, un
sentimiento de incomunicación y soledad que provoca en la persona diversos
tipos de síntomas como ansiedad, taquicardia, pensamientos obsesivos, dolor de
cabeza y estómago, entre otros.
Junto a la nomofobia también han aparecido otros trastornos emocionales relacionados con esta dependencia como: “whatsapitis”, el uso constante de la aplicación Whatsapp, “phubbing”, la utilización enfermiza del smarthphone y la denominada como “Fomo”, que proviene de la expresión inglesa “fear of missing out”, es decir el miedo a estar perdiéndonos algo en la red (mayormente referido a los usuarios de Facebook). El uso del móvil, concretamente la facilidad para acceder a internet desde cualquier lugar, también ha supuesto un aumento de casos en otro tipo de patologías como la adicción al juego vía on-line.
Junto a la nomofobia también han aparecido otros trastornos emocionales relacionados con esta dependencia como: “whatsapitis”, el uso constante de la aplicación Whatsapp, “phubbing”, la utilización enfermiza del smarthphone y la denominada como “Fomo”, que proviene de la expresión inglesa “fear of missing out”, es decir el miedo a estar perdiéndonos algo en la red (mayormente referido a los usuarios de Facebook). El uso del móvil, concretamente la facilidad para acceder a internet desde cualquier lugar, también ha supuesto un aumento de casos en otro tipo de patologías como la adicción al juego vía on-line.
Si sientes que te cuesta desconectar del móvil, te puedo ayudar. LLama o WhatsApp al 645 368 714 o bien escribe a lesbcn13@gmail.com
La adicción al móvil es un problema que afecta a los adultos, pero de forma preocupante también a los niños y sobre todo a los adolescentes. Por norma general la adolescencia es una época de inseguridad, de una gran dependencia al juicio externo y de una autoestima frágil. El uso indiscriminado de los dispositivos móviles provoca en el adolescente que estos aspectos puedan verse gravemente afectados, así como también puede repercutir negativamente en la formación y desarrollo de sus habilidades sociales.
Aunque no se
llegue a los extremos que acabamos de comentar, es una realidad que la mayoría
de nosotros nos sentimos en la necesidad de consultar el móvil con una elevada
frecuencia. Ciertamente cuando focalizamos nuestra atención en el móvil, desconectamos
de lo que pasa a nuestro alrededor, es como una vía de escape a lo que está
pasando en nuestro presente. Ante esta situación quizás deberíamos
preguntarnos, ¿Qué o a quien queremos
evitar adoptando esta actitud ? . En mi opinión la respuesta sería que
queremos escapar del contacto externo, con el resto de personas, pero a la vez
también del contacto con nosotros mismos.
Evitamos el
contacto con los otros, pues solemos proyectar nuestros juicios, miedos y
temores en las
otras personas. Cuando establecemos relaciones nuestro ego se
mantiene en alerta, pues únicamente deseamos mostrar determinados aspectos de
nuestra personalidad al otro, los cuales consideramos apropiados para ese
momento , mientras otros aspectos preferimos que queden ocultos, por considerar
que no son adecuados o suficientemente buenos según nuestro criterio. Cuando
establecemos relaciones suele aparecer el miedo al juicio, expresándose en mensajes como: “lo que van a pensar de mi”, “ lo que van a
decir de mi”, “no me van a aceptar si
me muestro como soy” y mensajes similares.
Por tanto resulta mucho más fácil cuando estamos en un acontecimiento
social evadirnos con el móvil, para así no mostrarnos debido a todos estos
miedos, perdiendo no obstante la oportunidad que nos brinda el contacto con el
otro en el momento presente.
Esta forma
de actuar está directamente relacionada con nuestra autoestima y la seguridad
que tenemos en nosotros mismos. Cuando tenemos una autoestima baja y no
disponemos de una seguridad propia, la buscamos en el contacto con el otro, en
este caso a través del móvil. Como producto de esta inseguridad si la persona
no contesta, esto genera en nosotros toda una serie de pensamientos
distorsionados que ponen en duda la confianza y seguridad en nuestra persona. Pensamientos
del tipo; “Está enfadado/a conmigo”,
“Debo haber hecho algo mal”, “Quizás no he actuado como el/ella esperaba”, “Quizás le he fallado” etc…
En mi opinión también existe otro tipo de acción evasiva que buscamos refugiándonos en el móvil, y es el contacto con uno mismo, con lo que nos pasa en el aquí y el ahora. Vivimos en un mundo acelerado, estresados por “tener que hacer”, futurizando en lo próximo que debemos hacer, sin tiempo a ser conscientes de cómo vivimos esta aceleración y de lo que nos pasa viviendo bajo este ritmo frenético. Quizás si nos damos la oportunidad de parar y contactar con la respiración y el cuerpo, nos daremos cuenta de los mensajes que nos estamos enviando. No es extraño que cuando la falta de contacto con uno mismo se prolonga en el tiempo, aparezcan problemas de salud, como tensión muscular, dolor de cabeza o estómago, insomnio, etc…
Deberíamos
preguntarnos el motivo por el cual nos cuidamos tan poco en ese sentido. Yo
creo que tiene que ver con dos aspectos fundamentales, el primero como ya he
mencionado, es el ritmo acelerado en el que vivimos y en consecuencia la
presión que nos ponemos por hacer el máximo de cosas en el menor tiempo
posible. Nuestro “juez interior” nos
urge a estar ocupados, a no parar, a no perder un minuto en aquello que estamos obligados a hacer, a frecuentemente priorizar las necesidades de otros antes que
las nuestras, a actuar de una forma determinada según la circunstancia. Un
perfeccionismo excesivo que nos lleva a querer tenerlo todo seguro y
controlado, pero que por el cual pagamos un elevado precio.
El segundo
aspecto se refiere a que existe una parte de nosotros, más inconsciente pero no
por ello menos sabia, que sabe que si focalizamos la atención en nosotros, en
vez de en el exterior, con seguridad contactaremos con emociones y sentimientos
que quizás no nos resulten tan agradables; el sentirnos vulnerables, el poder reconocer
nuestros miedos, el dejarnos sentir la tristeza o el dolor, etc… Por este motivo entendemos que es mejor
continuar con este ritmo frenético y no atender a lo que nos pasa, reprimiendo
así nuestras necesidades y cargando más nuestra mochila emocional.
Si sentimos que
somos una de esas personas que no puede vivir sin el móvil, existen diferentes
técnicas que permiten revertir la situación de dependencia, como las que
menciono a continuación:
Si salimos a dar un paseo o hacer cualquier actividad de ocio dejar el móvil en casa.
Establecer una frecuencia para mirar el móvil, por ejemplo cada hora.
Apagar el móvil cuando estemos en reuniones sociales o con amigos.
Limitar nuestra tarifa y de esta forma el acceso a internet.
Dejar el móvil en otra habitación y no tenerlo al alcance de la mano.
Si salimos a dar un paseo o hacer cualquier actividad de ocio dejar el móvil en casa.
Establecer una frecuencia para mirar el móvil, por ejemplo cada hora.
Apagar el móvil cuando estemos en reuniones sociales o con amigos.
Limitar nuestra tarifa y de esta forma el acceso a internet.
Dejar el móvil en otra habitación y no tenerlo al alcance de la mano.
Sin embargo si estos sencillos trucos no dan resultado, lo mejor es consultar con un profesional de la ayuda, pues como ya hemos mencionado debajo del síntoma, que es mirar compulsivamente el móvil, puede existir un desequilibrio emocional, como una baja autoestima, un perfeccionismo excesivo,o una necesidad constante de atención, entre otras. En estos casos la terapia es una oportunidad única que nos permite tomar conciencia de lo que nos está pasando, para así emprender el camino hacía la recuperación de nuestro equilibrio emocional.
Leslie Beebe
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