Como Encontrar Mi Camino

Como encontrar mi camino. Muchas personas que acuden a terapia me comentan en algún momento del proceso frases del tipo; “Me siento perdido”, “No sé qué hacer con mi vida”, “No sé qué he venido a hacer a este mundo”, y frases similares relacionadas con su propósito o vocación en esta vida.

También es verdad que la gran mayoría de las personas que me comentan estas inquietudes, viven su búsqueda personal desde la ansiedad y la presión por tener que encontrar aquello que les dé un significado a su vida; y no solo eso, sino que cuanto antes lo consigan mucho mejor, es como si se dijesen a sí mismos” “Ya es hora de saber lo que quiero hacer con mi vida”.

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Sin embargo desde esta auto exigencia y esta presión lo único que consiguen  es que un camino que debería ser estimulante, lleno de aprendizajes y descubrimientos personales, se convierta en una carrera angustiosa por obtener una respuesta. En este punto suelo preguntar a mis clientes qué creen ellos que van a conseguir una vez encuentren su vocación. Las respuestas siempre son las mismas, del tipo; “podré vivir en paz”, “Estaré tranquilo”, “Lo tendré todo más controlado”, “Seré alguien”…  

Ante esta situación de búsqueda desesperada de aquello que les ha de dar sentido a su vida, me gusta ponerme en el papel de abogado del diablo, poniendo en duda ciertos mitos, muy extendidos en la sociedad actual, sobre la búsqueda de esta vocación personal. De esta forma intento hacer ver a la persona que las respuestas anteriormente dadas tienen su origen más en su propio ego, que no en su verdadera esencia personal, y que por tanto tienen más que ver con una visión utópica de la vida, que no con la realidad misma.

1. El primer mito que suelo cuestionar es el hecho de por qué la pasión o el sueño de uno debe ser único e inmutable a lo largo de la vida.  De hecho nuestra sociedad actual se caracteriza por el cambio y la inestabilidad, un ejemplo es el entorno laboral. Hace años era frecuente que cada persona tuviese un único oficio a lo largo de su vida, ahora todo ha cambiado y es poco frecuente que la persona se quede en una misma empresa o incluso en el mismo sector laboral durante toda su vida. A mi entender el cambio es una actitud más natural, pues nosotros también cambiamos a lo largo de los años; nuestras necesidades y deseos varían en función de cómo se desarrolla nuestra vida y también según nuestras vivencias personales. Por tanto, ¿Quién nos dice que no podemos tener múltiples pasiones a lo largo de nuestra vida?, ¿O compatibilizar dos o más pasiones a la vez?. 

Con seguridad hay personas que tienen una vocación o un talento único y bien definido durante la mayor parte de su vida, sin embargo también existen muchas otras personas que vivirán diferentes pasiones a lo largo de su vida, y por tanto también debemos dar espacio a esa posibilidad.

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Si quieres encontrar tu vocación, la terapia puede ayudarte. LLama o Whatsapp al 645 368 714 o bien rellena el formulario de contacto

2. El segundo de los mitos es que todos deberíamos encontrar nuestra pasión cuando somos relativamente jóvenes, entre los 20 y los 30 años, y a partir de allí desarrollarla. Esta creencia sin sentido provoca que muchas personas al llegar a los 35 o 40, y sin haber descubierto su vocación sufran una crisis, y a raíz de ella aparezcan síntomas como la ansiedad, la depresión o la creencia que son inferiores al resto. Existen miles de casos de personas que al llegar a la mediana edad dieron un giro radical a su vida, encontrando su vocación pasados los 40. Encontrar una vocación cuando somos jóvenes sucede en algunos casos, pero no en todos. Presionarnos para encontrar nuestra pasión en la vida únicamente consigue el efecto contrario, sentirnos cada vez más ansiosos y menos válidos ante el mundo.

3. El tercero de los mitos es aquel que dice que supuestamente un día nos vamos a levantar y nuestra vocación va a llegar como una inspiración divina. Creemos que primero vamos a tener una idea sobre aquello que nos apasiona, y que a partir de allí vamos a desarrollar esa pasión. Esto no suele suceder así, sino todo lo contrario. Para encontrar algo que nos apasione es necesario probar cosas nuevas, experimentar multitud de actividades. Únicamente con la práctica y la constancia es posible que se despierte en nosotros la pasión por esa actividad, lo que nos puede llevar a concluir que esa es nuestra vocación. De esta forma y contrariamente a lo que el mito nos dice, raramente la vocación llega por el pensamiento, pues suele aparecer con la práctica y la dedicación a ello.

Asimismo también es erróneo pensar que cuando hablamos de vocación únicamente nos referimos al terreno laboral o profesional. Una vocación puede ser todo aquello que nos llena, que nos apasiona hacer, y por tanto no debe estar estrictamente relacionada con el trabajo que realizamos.

4. El último de los mitos es aquel que relaciona la vocación con algo que debe ser muy grande, por ejemplo que sea algo que nos aporte mucho dinero, o bien que despierte la fama y el reconocimiento de la sociedad. En mi opinión la vocación tiene más que ver con hacer algo que nos llene a nosotros y no a nuestro ego. Cuando hablamos de vocación nos referimos a cualquier actividad que partiendo de nuestros valores nos haga sentir plenos, una actividad hecha desde el cariño y con la voluntad de no solo servirnos a nosotros, sino también a otras personas, contribuyendo así a hacer un mundo mejor.

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Una vez comentados estos mitos que circulan sobre la vocación personal, creo importante definir lo que a mi entender es la búsqueda del propósito de vida. En este sentido me gusta el término utilizado por la sociedad japonesa que denomina a nuestra razón de ser, o nuestro motivo vital con el término de IKIGAI.
Según la cultura japonesa cada uno de nosotros tenemos un IKIGAI, y nuestra misión durante la vida es descubrirlo. Según esta cultura tener un IKIGAI definido nos da felicidad y satisfacción, pues aporta un sentido a nuestra vida.

Para la cultura japonesa la importancia de encontrar nuestro motivo vital no reside tanto en alcanzar una determinada meta, sino en el propio proceso de búsqueda. Se trata de vivir el proceso como un camino alegre, lleno de experiencias, y no como lo vivimos en la sociedad occidental, como una angustia vital por encontrar aquello que debe llenar nuestro vacío existencial. 

La sociedad japonesa comprende el IKIGAI como una actitud ante la vida; vivir cada actividad, cada momento y cada relación con pasión, ese es el verdadero trabajo. Según algunos expertos el IKIGAI,  junto con una alimentación equilibrada, una vida social activa y un ejercicio moderado, contribuyen todos ellos a explicar el elevado índice de longevidad de la población japonesa.

Pero, ¿Cómo encontrar nuestro IKIGAI?

Para encontrar nuestro IKIGAI debemos tener en cuenta dos principios clave; el primero es que no debemos tener prisa en encontrarlo. No debemos dejarnos llevar por la presión de tener que encontrar aquello que ha de llenar nuestra vida, pues quizás aún no hayamos alcanzado ese momento. Es importante tomar una actitud abierta y curiosa ante la vida; experimentar, investigar, descubrir nuevas actividades y sobretodo disfrutar del camino. De esta forma la vocación llegará por sí misma, sin tener que forzar nada.

El segundo de los principios es descubrir cuáles son nuestros valores, centrarnos en aquello que es importante y valioso para nosotros y actuar acorde con aquello en lo que creemos. Existen multitud de valores; la honestidad, la amistad, la perseverancia, la generosidad, el orden… es cuestión de conocer cuáles son importantes para nosotros y como los priorizamos. Nuestros valores nos ayudan a crecer, son los guías de nuestro camino. Cuando no actuamos de acuerdo a ellos sentimos que nos engañamos, pues no estamos siendo sinceros con nosotros mismos. Para conocer si estamos actuando de acuerdo a nuestros valores, podemos hacernos preguntas como las siguientes:

 “¿Hago las cosas para mí o para cumplir con una determinada imagen que me han impuesto?”, “¿Siento que hago cosas en mi vida que no me hacen sentir bien conmigo mismo?, ¿cuáles son?, ¿Qué motivo tengo para hacerlas?, ¿Qué puedo hacer para cambiarlo?”.

Una vez tenemos en cuenta estos dos principios, pasemos a ver con más detalle cómo descubrir nuestro IKIGAI.


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Para los japoneses el IKIGAI, el sentirnos plenos y valiosos con aquello que hacemos, está formado por cuatro aspectos básicos; aquello que uno ama, aquello para lo que uno es bueno, aquello por lo que pueden pagarte, y finalmente aquella contribución que cada uno puede hacer por el mundo.  Vamos a analizar cada uno de estos factores:

Aquello que uno ama. Aquí es donde encontramos aquellas cosas con las que disfrutamos, son actividades con las que podemos pasar horas y no nos damos cuenta de ello, fluyendo con la experiencia. Las preguntas que pueden llevarte a conocer aquello que amas son las siguientes:

¿A qué dedicaría mi tiempo si el dinero no fuese un problema?, ¿Qué cosas me gusta hacer?, ¿Cuáles son mis intereses?, ¿Qué arriesgaría hacer si supiese que no voy a fracasar?.

Aquello para lo que uno es bueno. Comprendería las habilidades, las aptitudes y las fortalezas de cada uno de nosotros. Para conocerlas puedes hacerte las siguientes preguntas:

“¿Qué se me da bien hacer?”, “Qué aspectos destacan los otros de mí?, “Cúales son mis puntos fuertes/destrezas?” “¿De qué me siento orgulloso?.

Aquello por lo que pueden pagarte. Encontramos aquellas actividades que podemos calcular de forma monetaria y que disponen de un mercado. Para conocerlas puedes hacerte preguntas del siguiente tipo:

“¿Como podría ser pagado por hacer algo que me gusta?, ¿Cúal es mi formación y experiencia profesional y como puedo aplicarlo a algo que me guste?, ¿Existiría una demanda en el mercado para ello?.

Aquello con lo que puedo contribuir al mundo. Este grupo comprendería aquello que podemos aportar a los demás para hacer un mundo mejor. Son contribuciones acorde a nuestros valores y que pueden ayudar de alguna forma a mejorar nuestra comunidad. Para conocer estas contribuciones puedes hacerte preguntas como las siguientes:

“¿Qué cosas me preocupan de mi entorno social?”, “Qué conocimientos tengo y que podrían interesar a otros?, ¿Cómo podría yo ayudar a mejorar mi comunidad?

Las respuestas que obtengas de estas preguntas seguramente podrán darte una buena orientación de donde se encuentra tu IKIGAI. No es necesario que las cuatro confluyan en un mismo punto, pues no siempre es así, pero las respuestas que obtengas serán de gran ayuda para que encuentres tu vocación. A partir de aquí es cuestión de pasar a la acción, de no dejarte llevar por los fantasmas de tus miedos y empezar a probar cosas nuevas en tu vida.

Si actualmente te sientes perdido  y desorientado, sin saber bien cuales son tus valores y como encontrarlos, la terapia es una herramienta ideal para conocerte mejor y encontrar así la pasión en tu vida. Puedes contactar conmigo en el 645 368 714, llamada o Whatsapp, o bien rellenar el formulario de contacto y estaré encantado de darte más información al respecto.

Leslie Beebe

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