Crisis de Ansiedad. Qué hacer.
Crisis de ansiedad. Qué hacer. Las crisis de ansiedad y angustia, también denominadas como
ataques de pánico, son un tema frecuente en las consultas de terapia.
Las crisis de ansiedad pueden tener su origen en un periodo
de estrés continuado, pero también pueden aparecer tras un hecho puntual,
caracterizado por una fuerte carga emocional, como puede ser un accidente de
tráfico o la repentina pérdida del trabajo.
Los síntomas físicos que acompañan la crisis de ansiedad
pueden variar según la persona, no obstante suelen presentar alguna de estas
formas:
Sudoración, temblores o sacudidas, frecuencia cardíaca alta,
sensación de ahogo o falta de aire, opresión en el pecho, náuseas o dolores
estomacales y sensación de mareo.
A estos síntomas físicos se le debe añadir un componente
fundamental que lo acompaña, que es un nivel de miedo muy elevado. Ante una crisis
de ansiedad suelen aparecer en la persona dos tipos de pensamientos que disparan
el miedo; el pensar que va a morir, o bien el temor a que va a perder el
control y volverse loco.
El miedo acrecienta aún más los síntomas fisiológicos; por
ejemplo si la persona siente taquicardia su pensamiento se focalizará en este
síntoma, enviándose mensajes que está sufriendo un ataque al corazón y por
tanto que su vida se encuentra en peligro. De esta forma la persona se autosugestiona
de tal manera que hace aumentar el síntoma hasta niveles muy elevados.
Los humanos podemos sentir miedo hacía multitud de estímulos
externos; por ejemplo el miedo a las serpientes o el miedo a las alturas. Sin
embargo el miedo vinculado a un ataque de ansiedad se relaciona más con un
miedo a un estímulo interno, relacionado
con un órgano del cuerpo o una función fisiológica. En este caso evitarlo es
mucho más difícil. Por ejemplo si tenemos miedo a las serpientes quizás no nos
crucemos nunca con ellas si vivimos en una ciudad, o bien si tenemos miedo a
las alturas probablemente evitaremos ir a lugares altos. Sin embargo cuando el
estímulo es interno, como una frecuencia cardíaca alta, la evitación no es
posible y en estos casos el miedo acentúa aún más los síntomas que acompañan la
crisis.
Si hemos pasado por una crisis de ansiedad, o bien la
ansiedad se encuentra presente en nuestra vida, la solución es buscar ayuda
terapéutica, para así encontrar los motivos que la generan. La ansiedad actúa
como un indicador de que algo no va bien en nuestra vida. Su función es la de
avisarnos de este mal funcionamiento y requerir nuestra atención para que
pongamos remedio lo más pronto posible.
Como ya he comentado la crisis de ansiedad no supone un
peligro de muerte para el que la sufre, sin embargo si no se pone atención y se
busca ayuda, el problema pude derivar en un trastorno más grave como la
agorafobia o la depresión.
A continuación voy a comentaros algunas de las pautas de
actuación ante una crisis de ansiedad, las cuales únicamente tienen como
objetivo ayudaros a enfrentar este tipo
de situaciones. Como ya he comentado, si queremos curar la ansiedad, y evitar
volver a padecer un ataque, la solución pasa por conseguir ayuda terapéutica
que nos permita, no solo a gestionar estas crisis, sino también entender el
origen de la ansiedad.
1. Perder el miedo al ataque
Siempre comento a las personas que han pasado por un episodio
de ansiedad que deben tomar conciencia que no se enfrentan a un problema
físico, sino a uno emocional. En este sentido recomiendo a la persona que se
diga a sí mismo que no le va a pasar nada grave por tener esos síntomas; por
ejemplo que no está sufriendo un infarto, y por tanto su vida no se
encuentra en peligro. Si siente taquicardia le animo a que se imagine que está
haciendo un ejercicio intenso.
2. Entender que no es una debilidad
Existen personas a quienes les da vergüenza explicar que han
sufrido un ataque de pánico, incluso muchos al sufrirlo intentan luchar contra
aquello que están sintiendo a toda costa, provocando el efecto contrario, al
aumentar aún más la intensidad de los síntomas. Debemos entender que todos
estamos expuestos a este tipo de ataque, no tiene nada que ver con ser débil o
cobarde. De hecho en muchas ocasiones el ataque surge como la gota que colma el
vaso, por haber mantenido una posición de resistencia y lucha durante un largo
periodo de tiempo. En este sentido ánimo a la persona a no esconderse por ello
y a explicarlo a otras personas.
Si has sufrido algún ataque de pánico, o bien la ansiedad controla tu vida, la terapia puede ayudarte. Para más información llama o Whatsapp al 645 368 714 o bien sigue el enlace de contacto.
3. Dejar de evitar
3. Dejar de evitar
Uno de los problemas derivados de este tipo de crisis es la
tendencia a la evitación que con frecuencia adopta la persona. En ocasiones el
intenso miedo vivido bajo estas situaciones provoca que la persona empiece a
evitar todo tipo de actividades o lugares que ella considera como susceptibles
para que se desarrolle una nueva crisis. Esta actitud provoca que la persona se
encierre cada vez más en sí misma y vaya limitando progresivamente el número de
actividades en su vida, perdiendo de esta forma su libertad y creando un mundo controlado por el miedo.
En estos casos lo aconsejable es retomar las situaciones o
actividades en las que se dio la crisis lo antes posible. Por ejemplo si
sufrimos un ataque conduciendo, el mejor remedio es coger el coche de nuevo. En
estos casos el temor aparecerá, no obstante el ver que somos capaces de
hacerlo, incluso sintiendo miedo, nos ayudará a coger confianza en nosotros mismos
y en nuestras posibilidades.
4. Mantener la actitud y focalizarse en otras actividades
Como ya he comentado uno de los factores que mantiene y
desarrolla un ataque de ansiedad es la autosugestión a través del pensamiento.
Si la persona dirige su atención hacía los síntomas y sus posibles efectos, la
probabilidad de sufrir y mantener una crisis es mucho mayor que si miramos de
distraer nuestra atención hacía otra actividad diferente. Existen multitud de
actividades que podemos realizar en este sentido; desde ponernos a escribir o limpiar la casa hasta lavar los platos.
Relacionado con focalizar nuestra atención en otra actividad,
surge también la importancia de mantener una actitud firme ante la crisis. En
este sentido podemos optar por hablar al ataque como si fuese algo externo a
nosotros diciéndole frases del tipo: “no
te voy a hacer caso”, “no tienes ningún poder sobre mí”, “no voy a ceder a
aquello que me dices”. Cuando hablamos a la crisis lo que hacemos es
despersonalizarla, tomando conciencia que únicamente son pensamientos en
nuestra cabeza, y por tanto que somos nosotros quién tenemos el poder de
decidir en qué medida vamos a dejar que éstos nos afecten.
5. Evitar la ayuda
Otra de las tendencias que aparece en la persona al haber
sufrido un ataque de pánico es la de asegurarse de tener siempre alguien al
lado por si vuelve a sufrir otra crisis. De esta forma los acompañantes
funcionan como una muleta para prevenir un nuevo ataque, o bien en caso de producirse serían los encargados de buscar ayuda. Es muy importante evitar la ayuda en
estos casos y entender que somos nosotros quién debemos enfrentar la situación
solos. Sin duda la ayuda es una muestra del amor de familiares o amigos que se
prestan a ello, sin embargo también nos envían el mensaje que somos incapaces
de hacerlo solos, afectando negativamente nuestra autoestima y la confianza en
nosotros mismos.
6. Ir dejando la medicación
Como en el caso anterior, la medicación también puede
utilizarse como una muleta que nos dificulte aún más volver a la normalidad.
Muchas personas que sufren de un ataque de pánico son llevadas a urgencias. En
urgencias, una vez pasados los protocolos de otras enfermedades como un posible
infarto, se les suele recetar algún ansiolítico. El ansiolítico funciona muy
bien para reducir los niveles elevados de ansiedad y así evitar que se vuelva a
producir otro ataque de pánico, no obstante no es la salida. El ansiolítico
únicamente es un remedio para el síntoma, pero nunca debe concebirse como una
solución definitiva al problema. Como ya he comentado si queremos conocer el
motivo que origina el síntoma es necesario acudir a terapia.
7. Preveer las recaídas
Siempre que trabajo con personas que han sufrido una crisis
de ansiedad les comento que durante la terapia es posible que se produzca
alguna recaída. Para mi es importante que entiendan que en el proceso habrá
subidas y bajadas, y que un día puede que padezcan otra crisis, sin embargo con
lo que iremos viendo en la terapia les aseguro que ésta será más pequeña y de
menor duración que la que ya han sufrido. También les comento que es importante
que si se produce una posible recaída no se desesperen, ni se dejen llevar por
el pesimismo. Les digo que la terapia es un camino de constancia, y en
consecuencia la guerra contra la ansiedad se gana con pequeñas batallas, en el
día a día, y no de golpe, como yo les digo “Roma
no se hizo en un día”.
La terapia es un instrumento ideal para resolver los
problemas de ansiedad y los ataques de pánico. A través de la terapia la
persona es capaz de descubrir las causas de la ansiedad y resolver el problema
en su origen, obteniendo también herramientas de gestión de la ansiedad que le
permitan superar sus miedos y recuperar la estabilidad en su vida.
Leslie Beebe
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