Como lidiar con la frustración
Como lidiar con la frustración. Todos en algún momento u otro de nuestra vida nos hemos sentido frustrados, ya sea porque no hemos alcanzado nuestras metas, o bien porque las cosas no han salido como nosotros esperábamos. La frustración nace como una reacción ante la imposibilidad de satisfacer una necesidad o un deseo. Esta reacción nos genera una sensación desagradable, la cual puede adoptar diferentes formas: tristeza, decepción, desilusión, sensación de injusticia o rencor, entre otras.
Superar la frustración no es tarea fácil; en un gran número de ocasiones requiere de un trabajo de autoconocimiento personal para poder lograr una correcta gestión emocional de ese estado. Cuando hablamos sobre el origen de una baja tolerancia a la frustración, deberíamos mirar cómo fue nuestra infancia y como nos enseñaron a lidiar con esta emoción. Por ejemplo, entornos en que como niños nos sentimos abandonados, sin ningún adulto presente que nos apoyase y acompañase para lidiar con la frustración; así como entornos en que los padres nos sobreprotegieron, sin darnos oportunidad de aprender a enfrentarnos a esa desagradable sensación, son dos ejemplos que pueden explicar la dificultad de gestionar la frustración cuando somos adultos.
A parte del entorno familiar, el entorno social y cultural en el que crecemos también tiene una influencia importante en como nos manejamos con la frustración. Vivimos en una sociedad altamente demandante y rápida, en la cual nos cuesta aparentemente poco obtener aquello que deseamos. Algunos ejemplos de ello es lo fácil que es comprar cualquier cosa en internet, o bien ver nuestra serie favorita de un tirón, sin tener que esperar una semana para ver el siguiente episodio, como sucedía cuando yo era pequeño. Este sistema sin duda favorece a la inmediatez, pero dificulta la práctica de valores tan esenciales en nuestra vida como la constancia, la paciencia o el esfuerzo. Este tipo de valores son los que nos ayudan a lidiar con la frustración.
Otro factor a destacar a nivel social es el tipo de sociedad
en la que vivimos. La sociedad actual se caracteriza por estar muy centrada en
valores como el dinero, las posesiones materiales, el estatus social o la
apariencia física. Desde pequeños se nos enseña que nuestra identidad se
encuentra estrechamente relacionada con el seguimiento de estos valores. Empezamos
así el camino de la vida más pendientes de cumplir con aquello que la sociedad
valora en nosotros, que no de conectar con nuestros deseos y necesidades propias.
"La frustración está provocada por una sociedad que nos pide ser lo que no somos y nos culpa por ser lo que somos" Alejandro Jodorowsky
Supuestamente, y según lo que promulgan estos valores
sociales, conseguir estos logros en la vida; dinero, posesiones, un buen salario... debería hacernos felices. Por este
motivo, cuando no lo conseguimos nos sentimos frustrados, perjudicando nuestra
autoestima y el concepto que tenemos sobre nosotros mismos. Cuando nos damos cuenta que las cosas no son como nosotros creemos que deberían ser, lo vivimos como un fracaso, como
una pérdida de identidad expresada desde la idea de que no llegamos a ser lo
que los otros esperan de nosotros, y eso claro genera una gran frustración.
Irónicamente, en las ocasiones que sí conseguimos estos
logros sociales, muchas veces también nos sentimos frustrados, al darnos cuenta que no nos
aportan la tan ansiada felicidad. De hecho este patrón nos lleva a vivir en un vacío insaciable, pues siempre hay algo más en nuestro horizonte que debemos alcanzar para terminar de ser felices.
"La felicidad es interior, no exterior, por lo tanto no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos" Pablo Neruda
¿Cuántas personas que han obtenido dinero, fama y poder en sus vidas viven amargados?, y ¿Cuántas personas que no han alcanzado estos supuestos logros viven satisfechos con sus vidas?, pues seguramente podemos encontrar más de un ejemplo de cada uno de ellos. La realidad es que la mayoría de nosotros aceptamos sin opinión crítica todos estos mensajes que recibimos desde la sociedad, sin pensar si es lo que realmente deseamos en nuestra vida. El triunfo es un término subjetivo, diferente para cada uno de nosotros, o al menos así debería ser. La explicación es que todos nos movemos por motivaciones, deseos y pasiones distintas que nos conducen a nuestro triunfo particular y único.
Sin embargo, cuando aceptamos de forma uniforme estos valores
sociales, lo que hacemos es vivir desde una máscara, alejándonos de nuestros
deseos más genuinos. Desde esta máscara es habitual sentir que nos cuesta
lidiar con los momentos de frustración. Cuando tomamos conciencia que no somos
como la sociedad espera de nosotros, nos desvalorizamos y enfadamos con
nosotros mismos, en definitiva, recibimos un duro golpe para nuestra autoestima.
Si te sientes identificado con la baja tolerancia a
la frustración, a continuación te dejo unas pautas que pueden ayudarte a
gestionarla.
1) Toma conciencia de aquello que te sucede cuando sientes la
frustración en ti. Tomar conciencia es escuchar aquellos mensajes que te dices
cuando las cosas no han salido como tu querías, o bien cuando las personas no
han actuado como tu esperabas (2 de los casos más habituales en los que aparece
la frustración). Algunas de las preguntas
que puedes hacerte ante este tipo de situaciones, son las siguientes:
¿Qué te dice esta
situación sobre ti mismo/a?, ¿La frustración surge por algo que tú realmente
deseabas, o bien por aquello que te han dicho deberías desear?, ¿Estás ante
una necesidad, o bien ante un deseo?, ¿Qué te supone no haber conseguido
aquello que querías?, ¿En qué situación te deja no haberlo conseguido?, ¿Cómo
reaccionas habitualmente ante la frustración?, ¿Tu reacción habitual ante la
frustración te ha funcionado hasta el momento?, ¿Cómo te hace sentir conectar
con la frustración?.
Contestar a estas preguntas puede ayudarte a ver la situación
desde otro punto de vista, sin dejarte llevar por la emoción, ni entrar en el bucle de pensamientos desvalorizadores hacia ti mismo/a, los cuales suelen ser comunes
cuando aparece la frustración.
2) Date unos minutos para estar en contacto con la sensación
que te deja sentirte frustrado/a. Identifica las sensaciones en tu cuerpo; cómo
lo sientes y en qué lugar de tu cuerpo. Aunque son momentos desagradables,
piensa que es algo temporal, por ello evita adoptar una actitud de resistencia
ante aquello que estás sintiendo. Acompaña la sensación con la respiración, te
ayudará a sostener el momento. Intenta descifrar qué mensaje te envía esa
incomodidad y qué dice sobre tu persona.
3) Acepta que no podemos llegar a todo lo que nos proponemos
en nuestra vida. Aunque es importante fijarnos unos objetivos y adoptar una
actitud proactiva para alcanzarlos, también es verdad que no podemos controlarlo todo, pues en este sentido la vida también tiene algo que decir
al respecto. El problema es cuando vivimos la no consecución de nuestros
objetivos como un fracaso personal. La palabra fracaso nos conduce a culpabilizarnos, convirtiéndolo
en algo íntimo, y justificando el supuesto fracaso como una falta de aptitudes y
competencias personales. En este sentido
es importante aprender a rendirse, y desde la humildad aceptar que las cosas no
siempre salen como uno espera. Flexibilidad, aceptación, compasión y humildad
son cuatro ingredientes básicos para lidiar con la frustración de una forma
saludable.
4) Procura utilizar la palabra error en vez de fracaso. El error es
necesario para aprender, de hecho la vida es un aprendizaje continuo. Ante el
error podemos optar por dos tipos de actitudes. La primera es aprender de la
experiencia, preguntándonos cómo podemos hacerlo mejor la próxima vez, y qué
podemos aprender del error cometido. La segunda es utilizar el error como un
arma arrojadiza hacia nosotros, culpabilizándonos y sintiéndonos víctimas de
todo aquello que nos pasa en la vida.
5) No te dejes llevar por el victimismo y la apatía. No solo nos culpabilizamos cuando las cosas no salen como a nosotros nos gustaría, sino que es frecuente que ante la frustración adoptemos una actitud de derrota que nos conduce a la apatía y a decirnos mensajes del tipo; “ves, ha salido mal, para qué esforzarme de nuevo”, “soy un inútil”, “he fallado, nunca lo conseguiré”... Estos mensajes favorecen a la pasividad, el victimismo y la irresponsabilidad ante la vida.
Como hemos dicho
anteriormente, a veces la vida no nos deja otra opción que aceptar que las
cosas no son como nosotros queremos. Sin embargo si adoptamos una actitud
proactiva, enfocada en valores como la constancia y la perseverancia para
obtener aquello que deseamos, con seguridad nuestras probabilidades de éxito serán
mucho mayores que si escogemos una actitud derrotista.
6) Cuidado con la autoexigencia y la autocrítica. La
exigencia con uno mismo es una cualidad que nos ayuda a mantenernos motivados y
enfocados para alcanzar nuestras metas. La autoexigencia y la autocrítica nos
permiten crecer, al admitir nuestros fallos, aprender de nuestros errores y así
poder mejorar. Sin embargo, cuando la autoexigencia y la autocrítica se viven
desde el despotismo y la inflexibilidad hacia nosotros mismos, entonces estas
cualidades se convierte en una carga emocional. Mantener esta pesada carga, no
nos ayuda a gestionar los momentos de frustración con los que debemos enfrentarnos en nuestra vida.
7) Alerta con las expectivas que te marcas. Como hemos
comentado en el caso de la autoexigencia, también tener expectativas nos ayuda a
mantenernos motivados e ilusionados con la consecución de un determinado proyecto.
Sin embargo, cuando las expectativas que nos planteamos son poco realistas,
están mal definidas, o bien no cuentan con una planificación detallada en el tiempo, pueden llegar a
convertirse en la chispa que encienda el fuego de la frustración.
Leslie Beebe
Terapia Gestalt en Barcelona
SI TE HA GUSTADO ESTE ARTÍCULO SÍGUEME EN: https://www.facebook.com/TerapiaBcn/
Comentarios