La desconfianza en la pareja


La desconfianza en la pareja. Uno de los principales enemigos de las relaciones de pareja es la desconfianza. Tanto si somos nosotros quien desconfiamos, como si es nuestra pareja quien se muestra desconfiada, es un tema que no es fácil resolver. Uno de los ejemplos más claros que muestra la desconfianza hacia el otro es espiar su móvil. Si alguna vez nos hemos sentido tentados a ello, sería un buen momento para preguntarnos que está pasando en nuestra relación que nos lleva a plantearnos este tipo de actos.

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Personalmente, distingo entre tres tipos de desconfianza, aunque ninguna de ellas justifica el realizar un acto ilegal y no ético, como es invadir la privacidad del otro, espiando su móvil.

El primer tipo de desconfianza es aquella que tiene una base real, es decir que podemos corroborar con hechos de la realidad. Algunos ejemplos pueden ser; que nuestra pareja cambie súbitamente de actitud con nosotros, mentiras que acaban saliendo a la luz, o bien infidelidades descubiertas, entre otros.

El segundo tipo de desconfianza es la que no está sustentada por actos de la realidad que puedan explicarla, sino que surgen de la mente de la propia persona. En estos casos existe una predisposición en la persona a percibir la realidad a través de unas lentes que magnifican la sospecha y la desconfianza hacia el otro. Los motivos de esta desconfianza pueden ser múltiples como malas experiencias vividas en relaciones anteriores y que no se han sanado, o bien carencias emocionales vividas en el pasado, entre otras. No obstante el denominador común en todos estos casos suele ser una baja autoestima y una inseguridad personal de la persona que desconfía. Esta inseguridad personal suele manifestarse en un gran miedo a perder a la otra persona y en consecuencia la activación de toda una serie de mecanismos de control respecto a la pareja. Un claro ejemplo de este tipo de desconfianza serían los celos.

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El tercer tipo de desconfianza es aquella que surge como resultado de una idealización de la pareja. Cuando iniciamos una relación ponemos grandes expectativas en el otro, no vemos a esa persona con sus defectos y aptitudes, sino que solemos proyectar en el otro aquel ideal que nosotros tenemos de pareja. En este estado de enamoramiento solemos exaltar lo positivo de aquella persona, mientras obviamos lo negativo, de esta forma le añadimos más cualidades de las que realmente posee. Este es un proceso común en una primera época de enamoramiento, sin embargo es importante que seamos conscientes de ello, y que por tanto, a medida que pase el tiempo, y la relación avance, deberíamos poder percibir a esa persona en su totalidad, y en consecuencia dejar de lado esa primera imagen que habíamos proyectado en ella. Solo así seremos capaces de ver a la otra persona tal y como es, con sus defectos y sus virtudes, pues este es el tipo de amor que perdurará en el tiempo.

No obstante muchas personas no salen de esa proyección, poniendo en el otro expectativas que nada tienen que ver con la pareja. De esta forma idealizan a la pareja, viéndola como quieren verla, y no como realmente es. Con el tiempo y la estabilización de la relación, estas personas afirman que el otro ha cambiado, que no es la misma persona que conocieron en el pasado, o incluso que se sienten engañadas porque dicen no conocer el verdadero yo de la otra persona. En estos casos las dudas y la desconfianza respecto al otro también son habituales.

La confianza es uno de los pilares básicos del buen funcionamiento de una relación, por este motivo cuando la desconfianza aparece no debemos dejar pasar la oportunidad de ver qué está sucediendo en la relación, así como qué nos está pasando a nosotros con ella. También es verdad que sanar la desconfianza, y volver a confiar en la relación suele requerir de tiempo, así como  de una constancia y un esfuerzo por parte de ambos miembros de la pareja, y eso no siempre es posible.

Como hemos dicho anteriormente el origen de la desconfianza puede ser muy variable. En caso que la desconfianza proceda de uno mismo, es decir en aquellas situaciones en que no existe una base real que explique los motivos para desconfiar, sería importante que la persona admitiese a su pareja y a sí mismo que tiene un problema. Una vez aceptada la problemática, lo recomendable sería que iniciase un proceso de terapia para así superar las inseguridades que le llevan a desconfiar de su pareja.

En el resto de casos en que aparece la desconfianza en la pareja, la comunicación entre ambos miembros es fundamental.
Sentarnos a dialogar es básico si queremos resolver los problemas de pareja que ha ocasionado la desconfianza. El diálogo permitirá a cada parte expresar los sentimientos respecto a lo sucedido, para así o bien dar una nueva oportunidad a la relación, o bien decidir dar por terminado el vínculo.

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El diálogo que se establezca entre la pareja debería contar con las siguientes características:

1. Debe realizarse en un entorno tranquilo, así como en un momento en que ninguno de los dos miembros esté pendiente de otros temas.

2. Dialogar no se trata de acusar a la pareja, o a otras personas, es básico centrarnos en nosotros mismos y en cómo nos sentimos por lo sucedido, dejando de lado el señalamiento de las acciones del otro.

3. Debemos evitar juzgar a la pareja por sus acciones, simplemente debemos comunicarle como nos ha hecho sentir su actuación. Una vez hemos expresado nuestras emociones y sentimientos al respecto, también es importante comunicar aquello que necesitamos de la otra persona a partir de ahora.

4. El diálogo requiere también de una dosis importante de empatía, para así entender los sentimientos de la otra persona. En la mayoría de casos aunque las acciones del otro nos hayan dolido, debemos tener en cuenta que seguramente no fueron hechas con la intención de hacernos daño. Esto no significa que la pareja no deba responsabilizarse por el daño causado. Asimismo responsabilizarse de los actos no solo significa pedir perdón al otro, sino también escuchar qué necesita la pareja, para así realizar los cambios oportunos que posibiliten la recuperación de la confianza entre ambos lo antes posible.

5. El diálogo también requiere de escucha, no solo de expresión. Es normal, y más cuando estamos dolidos, querer comunicar al otro todo nuestro sufrimiento, sin embargo también es importante dejar el espacio necesario para que la pareja se exprese. La escucha también demanda no reaccionar impulsivamente a las palabras del otro, dándonos el tiempo para digerir aquello que nos dice y evitando juzgar sus palabras. En este sentido también es aconsejable no actuar de forma precipitada, lo que conlleva no tomar decisiones importantes en estos momentos.

Por último es importante tener en cuenta que la voluntad de diálogo debe surgir por ambas partes, en caso contrario es muy difícil poder llegar a puntos de acuerdo que faciliten una toma de decisión conjunta. En otras ocasiones, aunque existe voluntad de diálogo por ambas partes, la comunicación resulta imposible entre la pareja, por lo que en estos casos sería recomendable una terapia conjunta para clarificar y resolver dichos obstáculos.

Leslie Beebe
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