Como vencer la envidia
Como vencer la envidia. La envidia es uno de los sentimientos
más negados y menos aceptados por la mayoría de nosotros. El principal motivo
para ello es que nos avergüenza admitir que sentimos envidia de otras personas.
La envidia es un sentimiento que siempre ha acompañado al
hombre, ya en la Biblia aparece como uno de los siete pecados capitales,
representada en la figura de Caín. Esta historia bíblica ya nos advierte de hasta
qué punto la envidia puede corrompernos si nos dejamos llevar por ella.
Según el diccionario de la Real Academia Española, la envidia
es la tristeza o pesar que sentimos por un bien ajeno, así como el deseo de
algo que no se posee. Envidia viene del latín “in videre”, relacionado
con el verbo ver, y en este sentido nos habla de ver en el otro aquello que uno
no ha podido lograr por si mismo, sintiendo dolor por ello.
“En los campos ajenos, la cosecha
siempre es más abundante” Ovidio
Según el psicoterapeuta Norberto Levy, la envidia es el dolor
que surge cuando tomamos conciencia de un deseo no logrado. Según Levy sentimos
envidia cuando se dan estas tres condiciones básicas:
Primera condición: Yo percibo
que otra persona posee algo que yo deseo, pero que por mí mismo no estoy alcanzando.
De esta primera condición aparece el acto de compararnos con el otro, asociando
nuestros logros o metas a los de otra persona.
Segunda condición: Al producirse la comparación, tomamos
conciencia de que no estoy alcanzando aquello que deseo porque no dispongo de los recursos para lograrlo, recursos que por otro lado nunca conseguiré. Ante esta
situación aparece en nosotros un sentimiento de inferioridad y un agravio
comparativo: “él/ella es o tiene y yo no”.
“La envidia es una declaración de
inferioridad” Napoleón I
Otro aspecto habitual relacionado con la comparación es creer
que el otro posee aquello que yo quiero o necesito porque la fortuna le ha sonreído,
mientras que a nosotros nos ha dado la espalda. Esta creencia refuerza la
sensación de impotencia para poder conseguir aquello que deseamos, manteniéndonos
en una situación de pasividad y victimismo. Ante este pensamiento la única
opción de la que disponemos es poder destruir aquello que el otro posee, para
así eliminar la dolorosa diferencia. No se trata tanto de destruir el logro del
otro, sino poder eliminar el contraste que remarca la diferencia.
Tercera condición: Sentimos que si no logramos aquello que el
otro posee vamos a ser infelices. Sentir el dolor por no obtener aquello que
deseamos nos hace conscientes de la importancia de ese aspecto en nuestra persona,
pero también nos pone de relevancia la carencia sentida en otras áreas de
nuestra vida, al no poder compensar con ellas ese dolor.
Como he comentado anteriormente, todos en algún momento vamos
a sentir envidia, sin embargo como la gestionamos es lo que marca la
diferencia. Si nos quedamos anclados a ese sentimiento, criticando lo que otros
tienen, y quejándonos por nuestra mala suerte, lo único que conseguimos es
adoptar una actitud pasiva y derrotista ante la vida. Esta mirada en el otro y
en lo que tiene, mientras nos olvidamos de nosotros, nos conduce a la
frustración y el resentimiento, los cuales mantenidos en el tiempo pueden
derivar en trastornos físicos y emocionales.
A continuación voy a comentar algunas pautas que nos pueden
ayudar a manejar la envidia.
1. En primer lugar es importante saber que la envidia es
universal, y como tal va a aparecer en nuestra vida, aceptarla cuando surge y gestionarla
de forma correcta es fundamental. Debemos entender la envidia como una señal
que nos advierte de un deseo insatisfecho. A partir de aquí la pregunta básica a
hacernos es: “¿qué deseo insatisfecho me está remitiendo mi sentimiento de
envidia?. Una vez hayamos respondido a la anterior pregunta, podemos plantearnos
toda una serie de cuestiones que nos inviten a la acción, como por ejemplo:
¿Cómo
puedo conseguir aquello que necesito?, ¿Qué medios son necesarios?, ¿Cuáles son
los obstáculos que me lo impiden?, ¿Cómo voy a conseguirlo y qué pasos tendré
que dar para ello?...
Es importante que una vez detectada la envidia saquemos a la
otra persona de la ecuación, centrándonos solo en nosotros mismos. Si dejamos
que la envidia nos domine, acabaremos siendo esclavos de ella, por lo que como
ya he comentado, lo importante es reconocerla y saber gestionarla de una forma
adecuada.
2. Es necesario tomar conciencia que obtener el objeto
envidiado no nos aportará la felicidad. La felicidad es una percepción que
tiene más que ver con estar en paz con nosotros mismos, amándonos y amando la vida,
aspectos que son independientes de los logros conseguidos.
3. La persona que envidia y se queda enganchada a ella sufre
mucho, se siente inferior e incapaz de conseguir aquello que desea, frustrándose
cada vez más. La envidia perjudica la capacidad que tenemos de gozar y apreciar
aquello que poseemos; parte de un agravio comparativo, en que solo nos fijamos
en lo bueno de la otra persona, pero no somos capaces de ver el bien en
nosotros, ni tampoco el mal en el otro. Por tanto es una comparación que no es
objetiva ni imparcial.
Para evitar quedarse enganchado a la envidia es
importante focalizarse en uno mismo, y en aquellos aspectos de nuestra persona
que debemos fortalecer, los cuales nos han de permitir aumentar la autoestima y
la confianza en nosotros mismos.
4. Es aconsejable alejarnos de la comparación, pues no nos
ayuda, y en la mayoría de ocasiones solo nos plantea situaciones idílicas procedentes
de nuestra fantasía. Al envidiar proyectamos en la otra persona una idea de
éxito y felicidad, la cual poco o nada tiene que ver con la realidad.
5. Debemos interpretar nuestro progreso personal mediante la
comparación con nuestras habilidades y competencias, no con la de otros. El camino
de autoconocimiento y desarrollo personal es individual, diferente según cada
individuo, y solo nosotros podemos transitarlo. Querer seguir el camino de
otras personas, anhelando lo que otros tienen y quejándonos por no ser tan
afortunados, no nos ayudará a evolucionar.
“La envidia es el arte de contar las
bendiciones del otro en lugar de las propias” Harold Coffin
6. Es importante transformar la envidia en admiración. Para
ello debemos ver los logros de otras personas como un estímulo, un revulsivo
para nuestra mejora personal. De esta forma convertimos el contraste inicial
que nos producía dolor, en algo que se acerca a lo que nosotros deseamos para
nuestra persona.
7. Cuando surge la comparación debemos acostumbrarnos a
centrarnos en aquello que nosotros sí tenemos, aquellos aspectos positivos de
la realidad, no solo los negativos. Puedes realizar un ejercicio que te ayudará
en este sentido, favoreciendo aspectos como la empatía.
El ejercicio es el siguiente:
Imagínate que puedes salir de tu cuerpo y entrar en el cuerpo
de la persona que envidias, desde esa nueva realidad mírate un poco como te
sientes ahora que conseguiste lo que querías. Una vez hecho esto, mira a la
persona que has dejado (tú mismo) y plantéate qué aspectos te resultan
atractivos de esa persona y por tanto te gustaría poseer. Una vez comentado los
aspectos que valoras de esa otra persona, sal de nuevo y vuelve a tu cuerpo.
Una vez en tu cuerpo, mírate como estás ahora, como te sientes y como recibes
aquello que la otra persona ha dicho sobre ti.
8. Para lidiar mejor con la envidia es importante abrirnos a
otras personas, lo que significa colaborar y prestar ayuda a los demás, así
como también pedir ayuda a otras personas cuando sea necesario. Todos ellos son
aspectos que nos pueden beneficiar a la hora de resolver los conflictos
causados por la envidia.
9. Es aconsejable adoptar una actitud justa con nosotros
mismos, para ello es importante valorar correctamente nuestras capacidades, sin
infravalorarnos ni sobrevalorarnos.
10. Por último quiero destacar un aspecto importante de la
envidia. La envidia puede manifestarse de dos formas principales; primero como el
anhelo por conseguir algo que otra persona posee, por ejemplo un objeto
material, y segundo como el anhelo de ser como otra persona. En el primer caso
el camino a seguir para manejar nuestra envidia sería centrarnos en desarrollar
los recursos necesarios que nos permitan conseguir el objeto deseado. En el
segundo caso, la envidia se vuelve más tóxica y de difícil resolución, pues
querer ser como otra persona solo nos conducirá al fracaso, pues somos seres
únicos. En este sentido debemos aprender a aceptarnos tal y como somos, asumiendo
nuestras limitaciones y trabajando para desarrollar nuestras capacidades.
Cuando trabajamos para ser la mejor versión de nosotros
mismos también dejamos de compararnos con el resto, ya no nos sentimos
inferiores, lo que posibilita que nuestra autoestima se refuerce, y en
consecuencia empecemos a creer más en nuestras posibilidades.
Leslie Beebe
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