El Trastorno de Pánico con Agorafobia
El trastorno de pánico con agorafobia. El denominado
trastorno de pánico con agorafobia es un trastorno realmente molesto y
limitante para la persona que lo sufre. Sin embargo es importante decir que no
es un trastorno que suponga un problema grave, médicamente hablando, sino que
su nivel de molestia recae en la interpretación de la situación que la persona hace, a
partir de los síntomas que está sintiendo.
Existen tres componentes o grupos de síntomas claves que se
asocian al trastorno de pánico con agorafobia, los cuales aparecen con una
cronología concreta.
El primer grupo, y que aparece primero en el tiempo,
corresponde a la crisis de ansiedad, o ataque de pánico. Las crisis de ansiedad
se caracterizan por un inicio brusco e inesperado de diversos síntomas
corporales como son: palpitaciones, temblores, sudoración, sensación de falta
de aire, mareos, hormigueos en las extremidades, etc… Estos síntomas se
acompañan de pensamientos en que la persona cree que su vida está realmente en
peligro.
Contrariamente a lo que muchos puedan pensar, los ataques de
pánico no aparecen ante situaciones de ansiedad elevada. De hecho, la mayoría
de estas crisis aparecen en momentos en que la persona admite no tener motivo
para estar ansiosa, incluso puede estar durmiendo o descansando. Por este
motivo, cuando surge el ataque de ansiedad, la persona se asusta, pues es
incapaz de relacionar aquello que está sucediendo en su cuerpo con un estímulo
externo que lo explique. En estos momentos, la persona piensa que su cuerpo está
fallando, viviéndolo como una enfermedad grave que puede poner en riesgo su
vida. Una de las ideas más comunes que aparece ante un ataque de pánico es
pensar que se está sufriendo de un ataque al corazón.
El segundo componente de este trastorno es lo que denominamos
como ansiedad anticipatoria. Una vez la persona ha pasado por una crisis de ansiedad, aparece en ella un miedo a pensar que esta situación puede repetirse en
el futuro, angustiándose por no saber ni cuando, ni donde puede volver a surgir
una crisis de estas características. En consecuencia la persona empieza a vivir
de forma tensa y angustiada, queriendo controlar un gran número de aspectos en
su vida que le aseguren no volver a pasar por esta desagradable experiencia.
Esta tensión afecta de forma negativa la vida diaria de la persona que lo sufre,
perjudicando aspectos como la concentración, el rendimiento laboral o las
relaciones sociales y de pareja.
El tercero de los componentes es la agorafobia. Aunque
etimológicamente agorafobia significa miedo a los espacios abiertos, en psicología
denominamos agorafobia al miedo que aparece ante situaciones que la persona
cree son susceptibles de que aparezca una crisis de ansiedad. La ansiedad
anticipatoria conduce a la persona a buscar espacios seguros, mientras evita
todas aquellas situaciones en las que cree se puede volver a repetir una crisis
de ansiedad. Es común que como consecuencia de este miedo la persona evite lugares
concurridos, como pueden ser grandes almacenes o estadios deportivos,
o bien espacios cerrados como un cine, el tren, el avión, etc…
Si la agorafobia no es tratada conduce a una limitación
progresiva de la libertad personal, pues cada vez son más espacios los que la
persona cree susceptibles de que se produzca de nuevo una crisis de ansiedad.
En ocasiones las personas que sufren de ansiedad
anticipatoria, e incluso de agorafobia, no recuerdan haber pasado por una crisis
de ansiedad. A veces esto es posible, sin embargo si analizamos la historia
personal, seguramente nos encontraremos con alguna situación del pasado en que
se vivió una experiencia traumática, donde los niveles de ansiedad fueron elevados,
y que por tanto explican el resto de componentes.
Es importante señalar que no hay personas más proclives a
sufrir de ataques de pánico, todos estamos expuestos a ellos. La opinión de
que las personas inseguras, nerviosas o miedosas tienen una mayor probabilidad de
sufrir estos ataques es errónea.
Respecto al tratamiento que los profesionales médicos
aconsejan para este tipo de trastorno, podemos destacar dos grandes vías; la farmacológica
(utilizando antidepresivos y benzodiacepinas) y la psicológica (acompañamiento
terapéutico del proceso).
Las benzodiacepinas son medicaciones que funcionan muy bien
para reducir de forma rápida los síntomas asociados a una crisis de ansiedad,
frenando en seco estos episodios. Son medicaciones que empiezan a hacer efecto
de forma muy rápida, a los 15-20 minutos de haberse ingerido. No obstante no se
consideran medicaciones tan efectivas para el tratamiento de la ansiedad
anticipatoria y menos aún para la agorafobia. Si quieres saber más sobre las
benzodiacepinas, puedes leer este artículo.
La antidepresivos (principalmente los inhibidores selectivos de la recaptación
de serotonina) se han comprobado como la mejor de las medicaciones para la
ansiedad anticipatoria y la agorafobia, no siendo tan eficaces cuando la
persona está viviendo una crisis de ansiedad, pues son medicaciones que tardan
de dos a tres semanas en empezar a hacer efecto.
La vía psicológica permite trabajar muy bien con los tres
aspectos, sobre todo con la ansiedad anticipatoria y la agorafobia. Quizás en menor
medida con las crisis de ansiedad, y más cuando éstas están en pleno desarrollo
o son fuertes. No obstante, la ayuda psicológica es fundamental para poder superar
este trastorno.
La mayoría de personas que han sufrido de una crisis de
ansiedad tienen una elevada probabilidad de volver a sufrir otra en el futuro. La
terapia nos permite conocer mejor qué motiva estas crisis y nos aporta
herramientas de gestión y manejo para la ansiedad, por tanto en caso de que la persona
vuelva a pasar por una crisis, los síntomas y los efectos van a ser vividos de
una forma mucho más leve en el futuro.
La terapia permite a la persona interpretar de una forma
diferente los síntomas que está viviendo durante una crisis de ansiedad, para
así reducir sus efectos. Así mismo la terapia enseña a la persona recursos para
enfrentar de una forma más eficiente este tipo de situaciones, lo que le puede
ayudar a largo plazo. Mientras que el efecto de las medicaciones desaparece
cuando dejamos de tomarlas, el efecto de la psicoterapia se mantiene en el
tiempo.
Si actualmente sufres de crisis de ansiedad, o de algún
trastorno relacionado con la ansiedad o la depresión, la terapia puede
ayudarte. Si quieres más información sigue ESTE ENLACE o bien llama o whatsapp
al 645 368 714 y te informaré sin compromiso.
Leslie Beebe
Terapia Gestalt en Barcelona
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