Como superar una ruptura de pareja


Como superar una ruptura de pareja. La mayoría de nosotros hemos pasado por alguna ruptura de pareja, por este motivo sabemos que el dolor que se produce en esos momentos es muy profundo. Algunos expertos equiparan el dolor de la ruptura a la muerte de un ser querido, pues ambos tienen en común que representan el inicio de un proceso denominado como duelo.


El duelo por una ruptura de pareja pasa por diferentes fases; la negación, la culpa, el dolor y la aceptación. La negación representa el instante de shock inicial, en el cual nos negamos a aceptar la noticia que todo se ha terminado. La negación es una fase importante dentro del duelo, pues amortigua el intenso dolor por la noticia recibida. La segunda fase es una época de enfado donde predomina la culpa; ya sea porque nos sentimos culpables por lo sucedido, o bien porque focalizamos nuestro dolor en forma de rabia contra nuestra expareja, culpabilizándola por lo sucedido. La tercera de las fases es la del dolor. Este es el momento en que nos permitimos expresar el dolor por la pérdida, y en que debemos dejar de resistirnos a lo sucedido. En palabras del psiquiatra Carl Jung; “Lo que resistes persiste, lo que aceptas te transforma”. La última de las fases es la aceptación, en la cual somos capaces de pasar página, plantearnos una nueva vida sin esa persona, y poner una distancia emocional a lo sucedido, haciendo una evaluación del pasado y aprendiendo de la experiencia compartida.

A continuación voy a comentar algunas pautas que nos pueden ayudar a superar una ruptura de pareja. Respecto a este punto, comentaré dos aspectos importantes. El primero es que es necesario transitar el dolor, pues es inherente al proceso de duelo. Las tentativas de evitar dicho dolor, ya sea buscando a otra pareja desesperadamente, o bien queriendo anestesiarse con el alcohol o algún otro tipo de droga, solo nos conducirán a perpetuar el sufrimiento por la pérdida. El segundo es que las pautas que comentaré son únicamente eso, una orientación, y por tanto no pretenden ser un remedio milagroso ante el duelo, ni seguramente tampoco funcionarán para todo el mundo. Una vez dicho esto, paso a enumerar dichas pautas.

1. No te enganches a la esperanza. Uno de los principales motivos de sufrimiento en un proceso de duelo es mantener la esperanza que la pareja volverá a nuestro lado. En este sentido lo que hacemos es mantenernos anclados en el pasado, reviviendo e idealizando los momentos que pasamos junto a esa persona. También es habitual proyectarnos en el futuro, imaginando una nueva vida con nuestra expareja. Vivir conectados al pasado o al futuro nos impide tomar conciencia del momento presente, que es el único momento real, pues el resto de pensamientos son solo fantasías creadas por nuestra mente.

Es importante plantearse qué aunque existiese la posibilidad de volver con esa persona, ahora tampoco sería el momento adecuado para ninguno de los dos, pues muy probablemente el intento acabase fracasando. En el momento presente nada ha cambiado, y si se ha roto la relación es porque existían motivos para que esto fuese así. Para sanar la herida y seguir adelante es necesario pasar por una época de separación, reparación emocional y aprendizaje. El final del duelo nos permitirá tomar conciencia de aquellos patrones personales y de relación que no funcionaban en la pareja, para de esta forma, ya sea con la misma, u otra persona, poder iniciar una nueva relación desde un mayor nivel de conciencia.

Volviendo al enganche con el pasado y el futuro, y con el objetivo de ayudarte a conectar con tu presente, una práctica aconsejable son los ejercicios de Mindfulness y meditación, los cuales te ayudaran a focalizar tu atención en el momento presente.

2. Deja de creer que una pareja está a tu lado para hacerte feliz. Los motivos que nos mueven a tener una pareja son múltiples. El factor socio cultural es importante, pues se nos educa con la idea que allí fuera en el mundo existe una persona que es nuestra media naranja y que nos va a completar y hacernos feliz. Con los años aprendemos que esta idea está bien para una película de ficción, pero muy poco o nada tiene que ver con lo que sucede en el mundo real.

Así mismo el hecho de tener pareja es visto de una forma favorable por la sociedad, pues nos envía el mensaje de que algo debemos estar haciendo bien, en otras palabras; somos aptos para la sociedad. Otros factores que nos impulsan a tener pareja pueden estar relacionados con nuestras necesidades de reconocimiento, de pertenencia, de seguridad, etc…

En muchas ocasiones buscamos en la pareja la satisfacción de toda una serie de necesidades personales que nada tienen que ver con el otro, y sí con nosotros mismos. Cuando buscamos en nuestra pareja compañía por miedo a sentirnos solos, seguridad para no sentirnos vulnerables, o aceptación para sentirnos validados, es cuando podemos estar viviendo nuestra relación de pareja desde el apego y la dependencia, pero no desde el amor.

Si quieres saber si vives tus relaciones desde el apego o bien desde el amor, puedes plantearte como te ves a ti mismo/a, qué visión tienes sobre tu persona y sobre tus capacidades. Si tus respuestas son negativas, te desvalorizas, o bien aparece tu pareja en la respuesta, es que quizás estés viviendo tu relación desde el apego, pero no desde el amor. Debes tener claro que el otro no puede darte aquello que tú no te estás dando a ti mismo/a, pues el bienestar y el amor nacen de nuestro interior. Cuando sentimos amor por nosotros mismos, también somos capaces de compartirlo con otras personas, pues el amor debe partir de un sentimiento de abundancia interior, y no desde la carencia.

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3. Abandona la idea que la ruptura es un fracaso. Todos venimos a la vida para nutrirnos y aprender de las experiencias que vivimos, por este motivo nadie dispone de un manual sobre como tener la relación perfecta. Para aprender sobre las relaciones es necesario experimentarlas, y vivirlas en primera persona. En consecuencia el fin de una relación no debería ser percibido como un fracaso o una tragedia, sino como un momento que aunque muy doloroso, nos abrirá las puertas a nuevos conocimientos y oportunidades.

El duelo se establece como un proceso de sanación, pero también de aprendizaje. La salida del duelo es un momento de crecimiento, una oportunidad para hacer un análisis de la experiencia vivida, aprendiendo sobre el rol adoptado en la relación pasada. Las parejas aparecen en nuestra vida para ayudarnos a crecer personal y espiritualmente, pues son un espejo de aquellas zonas oscuras que restan en nuestra sombra, y que por tanto debemos desarrollar. Realizar una evaluación de lo sucedido nos permite aprender sobre aquellos patrones disfuncionales que nos hacen sufrir, para así tener la oportunidad de cambiarlos por otros de más saludables en el futuro.

Hasta que no hagamos el aprendizaje pertinente, la vida seguirá poniéndonos esa prueba delante para que la superemos, en palabras del psiquiatra Carl Jung: “Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida, y tú le llamarás destino”.

4. No te culpabilices por lo ocurrido. Culpabilizarnos y castigarnos por lo que pudimos o no haber hecho en la relación, solo nos conducirá al sufrimiento, pues nos mantiene anclados en el pasado. Como he comentado anteriormente, nadie nace con un manual sobre la relación perfecta y exitosa. Así mismo como seres humanos también cometemos errores, aunque solo desde el error el aprendizaje es posible. El pasado ya no lo podemos cambiar, pero sí podemos aprender de la experiencia pasada para no repetir los mismos fallos con nuestras futuras parejas.


5. Difícilmente existe una pareja para toda la vida. Aunque existe la posibilidad que nos quedemos con una misma pareja durante toda la vida, en la sociedad actual no es lo más probable. En épocas pasadas esta creencia podía ser una realidad, básicamente por el rol que ocupaba la mujer en la sociedad, y también por unas creencias familiares fuertemente arraigadas, pero no porque el amor se mantuviese vivo en la pareja. En la sociedad actual, donde todo va muy deprisa y en la que valores como la constancia y el compromiso están en sus horas bajas, mantener una pareja de por vida es francamente complicado, y aunque quizás nos hemos ido al polo opuesto, donde no nos dejamos tiempo para integrar ningún tipo de aprendizaje en nuestras relaciones, la realidad es que resulta francamente difícil mantener una misma pareja para siempre.

Aunque podríamos hablar de diferentes propósitos a la hora de establecer una relación, como pueden ser el de la procreación o el de formar una familia, uno de los más importantes es ayudarnos en nuestro proceso de autoconocimiento y crecimiento personal. No elegimos a nuestras parejas por azar, aquello que nos atrae de otras personas tiene que ver con aptitudes y formas de ser que nosotros no tenemos desarrolladas, y que por tanto se mantienen en nuestro inconsciente. En este sentido la pareja nos hace de espejo de aquellas cualidades aún por desarrollar. El desarrollo de una relación iría de la siguiente forma; una primera etapa de enamoramiento, en la cual proyectamos todas aquellas cualidades que nosotros consideramos deseables de una pareja en la otra persona. Así vemos en el otro nuestra “pareja ideal”, “media naranja” o “la mujer o el hombre de nuestra vida”.

Con el tiempo ese enamoramiento debe dejar paso a una segunda estapa, que es la fase del amor, en la cual la proyección que hemos hecho en el otro va desapareciendo para convertirse en una visión más realista de la otra persona. Podemos decir que en la fase de enamoramiento amamos más un ideal, y en la fase de amor abrazamos a la pareja tal y como es, con sus luces y sus sombras. Es en este tipo de amor, cuando somos capaces de ver aquello que el otro nos pone delante para trabajar en nuestro proceso personal. Una vez desarrollado e integrado este aprendizaje, es posible que una parte de nosotros se sienta estancada, y busque salir de esa relación, impulsándonos a buscar otras parejas para seguir con nuestro proceso de crecimiento.

6. Pide ayuda. En la etapa de dolor del duelo, es importante tener a una o dos personas de confianza con las que podamos hablar y manifestar aquello que sentimos. Esta etapa se caracteriza por la necesidad de expresar nuestro dolor, permitiendo que la tristeza aflore.
No se trata de adoptar un rol de víctima, sino de tomar conciencia de nuestra necesidad de expresar, para así poderlo comunicar de forma asertiva a esa persona que nos va a apoyar. Si no dispones de nadie con quien hablar y expresarte, la terapia puede ser el apoyo y el acompañamiento ideal para estos duros momentos.

Si quieres saber más sobre los duelos y como superar una ruptura de pareja, aquí te dejo otros de mis artículos sobre el tema:



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Leslie Beebe
Terapia Gestalt en Barcelona
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