El confinamiento como oportunidad
El confinamiento como oportunidad. Seguimos en los días de
confinamiento por coronavirus y las experiencias se van desarrollando según cada persona y situación;
los que viven en familia y con hijos intentado lidiar con un escenario
complicado de contacto prácticamente constante, y los que viven solos,
sosteniendo una situación de retirada que no siempre resulta fácil.
Personalmente opino que la crisis del coronavirus nos ha
puesto de relieve dos aspectos fundamentales de nuestra vida; el primero es el
enganche que tenemos a la hiperactividad, lo que se traduce en la necesidad de tener
que estar ocupados cada minuto de nuestro tiempo. No paramos ni un
segundo, centrando nuestra atención en el siguiente paso que debemos dar. Es
verdad que este tipo de situaciones nos conducen a sufrir de estrés y ansiedad,
sin embargo nos aportan una sensación de valía personal al sentir que estamos siendo productivos. Desde esta percepción
de aprovechar el tiempo construimos nuestra identidad, lo que nos brinda la engañosa sensación que controlamos nuestra vida. Ciertamente el coronavirus
nos está cuestionando este grado de control de nuestra vida, y nos invita a ser
humildes al tener que admitir la vulnerabilidad en la que realmente vivimos.
El segundo punto que pone de relieve esta situación de
confinamiento es nuestra dificultad a estar en contacto con nosotros mismos.
Cuando nos detenemos el silencio llega, y nos vemos obligados a bajarnos de la
rueda del tener que hacer, para simplemente dejarnos ser. Son estos momentos de
silencio y contacto íntimo los que favorecen la aparición de emociones y
sentimientos que hasta ahora permanecían ocultos, gracias a la distracción y la
narcotización propias de una vida llena de estímulos.
Es común que en estos días de incertidumbre contactemos con
emociones que nos resultan desagradables como el miedo o la tristeza. El miedo
puede rápidamente transformarse en angustia, apareciendo sensaciones de
malestar y desasosiego, así como pensamientos negativos a partir de los cuales no
sentimos desamparados y faltos de recursos. Uno de los principales miedos al
que nos enfrentamos en estos días es el miedo a la soledad.
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Estos son momentos en que queramos o no, oiremos las distintas
voces de nuestro interior, las cuales nos enfatizan aquellos temas pendientes
por cerrar. Son voces displacenteras focalizadas en necesidades insatisfechas, así
como en miedos e inseguridades personales que en nuestro día a día podemos obviar
fácilmente, debido al mundanal ruido en el que nos encontramos inmersos, pero
que ante este paro obligado nos es imposible ignorar.
Queramos o no la situación actual que vivimos nos pone delante realidades incómodas que por lo general nuestra mente consciente se resiste a ver. Por ejemplo puede ser que nos ponga de relieve la desmotivación por nuestro trabajo, una crisis de pareja latente, problemas de comunicación con nuestros hijos, o la ausencia de motivaciones personales a parte del trabajo, entre otras.
Queramos o no la situación actual que vivimos nos pone delante realidades incómodas que por lo general nuestra mente consciente se resiste a ver. Por ejemplo puede ser que nos ponga de relieve la desmotivación por nuestro trabajo, una crisis de pareja latente, problemas de comunicación con nuestros hijos, o la ausencia de motivaciones personales a parte del trabajo, entre otras.
Ahora puede ser un momento único para atendernos, escucharnos
y tomar conciencia de nuestras necesidades. Todo ello desde la aceptación y el
no juicio. El confinamiento puede resultar en una invitación a cerrar asuntos
pasados, así como a tomar cartas en el asunto, para que a partir de ahora empecemos a vivir de una forma más sincera y genuina con nosotros
mismos y con el mundo que nos rodea.
Cuando todo esto acabe podemos optar por volver a montarnos
en el tren del desenfreno y el anestesiamiento, o bien empezar a vivir de una
forma más auténtica. La elección está en nuestras manos.
Acabo este artículo con unas palabras del psiquiatra Claudio Naranjo, en las que comenta la necesidad de un tiempo de calma, de relajación, para
así poder tomar conciencia de la propia existencia, sin duda un ambiente que el
confinamiento actual nos está ofreciendo.
“Estamos desconectados de nuestro ser pues somos esclavos de
trabajos alienantes que necesitamos para cubrir necesidades espurias y
superfluas, cuando no para un enriquecimiento excesivo, en algunos casos
obsceno. Para conectar con nuestra esencia se necesita tiempo, más calma, un
ambiente más relajado, tomar conciencia de la existencia". Claudio Naranjo
Leslie Beebe
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