El acompañamiento en el proceso de duelo
El acompañamiento en el proceso de duelo. En algún momento de nuestra vida todos debemos enfrentarnos a la desagradable experiencia de perder a un ser querido. Ante esta dolorosa pérdida, se inicia un camino denominado como duelo. El duelo es el proceso de adaptación y como último paso, aceptación, de la nueva realidad que deberemos vivir sin la presencia de la persona fallecida.
Si recientemente hemos perdido a una persona cercana, se nos
abre una nueva situación vital a la que tendremos que ir adaptándonos
progresivamente. La pérdida de un ser querido deja una profunda herida, que
tendremos que ir sanando; en consecuencia no será un camino rápido ni fácil. En
artículos anteriores hablé sobre el proceso de duelo y como abordarlo, aquí te dejo los enlaces:
El duelo en tiempos de coronavirus
Mi finalidad con el artículo de hoy es dar algunas pautas sobre como acompañar a una persona que está atravesando un duelo. El proceso de duelo no solo es vivido por el individuo que ha perdido a un ser querido, sino también por aquellas personas cercanas a ella. Estar cerca o convivir con una persona que ha sufrido una pérdida no es una circunstancia fácil. Son momentos incómodos, en los que muchas veces uno no sabe qué decir, ni qué hacer, para ayudar a aliviar el dolor de la persona que sufre.
Un primer aspecto que debemos tener claro es que nada que podamos decir, o hacer, va a sacar a la persona del dolor que conlleva el proceso de duelo. La herida inherente a la pérdida necesita su tiempo de sanación, no hay atajos ante este tipo de situaciones.
A continuación, voy a comentar algunas pautas que pueden
ayudarnos como acompañantes de una persona que está viviendo un proceso de duelo.
1. En primer lugar es importante adoptar un rol basado en cuatro elementos fundamentales: presencia,
escucha, empatía y respeto. La persona que sufre debe sentirnos a su lado, pero evitando
que se sienta avasallada o controlada. A veces cuando acompañamos a una persona
en duelo actuamos más movidos por nuestra dificultad de sostener el sufrimiento del
otro, que no que la persona nos pida ayuda. Debemos tener especial cuidado con este punto; acompañar significa escuchar y empatizar, evitando imponer nuestro criterio, dando lecciones al otro.
2. Es importante expresar nuestra disponibilidad e interesarnos por el estado de la otra
persona. Podemos decirle que cuando ella lo crea oportuno, allí estaremos para escucharla
y ayudarla en aquello que necesite; esta es la actitud de presencia que comentábamos anteriormente.
3. Preferiblemente debemos anteponer el rol de escucha al de
comunicación. Nuestra actitud debe ser comprensiva, atendiendo a la persona que
sufre, aunque el discurso de ésta sea repetitivo y monótono. La paciencia será otra cualidad que deberemos trabajar ante este tipo de situaciones.
4. Debemos permitir la expresión de emociones y sentimientos
como la rabia, la tristeza, el dolor o el enfado de la persona que sufre. Es recomendable no interrumpir estas expresiones y dejar que el dolor salga a través del llanto o la queja. También es importante dar validez a este tipo expresiones, y comunicar a la persona que exprese libremente aquello que siente, pues nosotros no estamos allí para juzgarla, sino para acompañarla en estos duros momentos.
5. Es importante evitar frases del tipo; “él/ella no querría verte así”, “ha sido lo mejor”, “ha dejado de sufrir”, “lo que debes hacer es...”… Estas afirmaciones aunque se realizan con buena intención, no ayudan a que la persona se sienta mejor. En muchas ocasiones son incluso contraproducentes, pues generan una sensación de culpabilidad en la persona que vive el duelo, al sentirse como una carga para el resto de personas que están a su lado.
6. Si nos encontramos ante una situación con una elevada
carga emocional, lo mejor es callarse, no decir nada. Un abrazo, un gesto de aproximación o una mirada, son todos
ellos elementos no verbales, y preferibles en estos casos, que ayudan a que el otro se sienta comprendido y apoyado por nosotros.
7. La experiencia de duelo es subjetiva y, por lo tanto, muy
personal, por este motivo debemos respetar los ritmos y la vivencia del duelo
de cada individuo. Como hemos dicho anteriormente, lo importante es estar con la
persona que sufre desde la autenticidad, preguntándole qué necesita y cómo
podemos ayudarla.
La actitud de respeto y escucha de la que hemos hablado, no significa que no podamos sugerir actividades al otro, como ir a dar un paseo, o bien ofrecernos para hacer alguna tarea por él. No obstante, si la persona no lo desea, debemos dejarlo allí, respetando su decisión y no insistiendo.
Otro aspecto diferente, y que debemos evitar a toda costa, es adoptar una actitud paternalista y condescendiente, manifestada a través de dar consejos a la persona que vive el duelo. Los consejos deberían sustituirse por sugerencias, y a no ser que el otro nos los pida explícitamente, es preferible evitarlos.
8. En estos momentos de duelo, la persona se siente muy
frágil y vulnerable. En este sentido, tener detalles con ella, por
ejemplo sorprendiéndola con su comida favorita, puede favorecer a que ésta se sienta querida y apoyada.
9. Otra forma de ayudar a la persona que transita el duelo es compartir experiencias de pérdida que nosotros hayamos vivido en el pasado. Como hemos dicho, cada duelo es particular, sin embargo compartir nuestra experiencia y la forma como nosotros vivimos el duelo, puede ayudarla en su proceso.
Leslie Beebe
Terapia Gestalt en Barcelona
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