La importancia de pensar bien (II)
La importancia de pensar bien (II). En un artículo previo, “La importancia de pensar bien”, ya hablé de la gran influencia que tienen los pensamientos en nuestros sentimientos, condicionando también las acciones que realizamos. Mantener pensamientos pesimistas sobre la realidad, o de desvalorización personal, nos conduce a padecer de un mayor grado de sufrimiento en nuestra vida. Este patrón de pensamiento disfuncional se fundamenta en toda una serie de creencias limitantes, las cuales son opiniones y valoraciones dañinas sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea.
Ellis argumentaba que no son los acontecimientos que vivimos los
que nos afectan, sino la interpretación que hacemos de ellos. Esta
interpretación, personal y única, es fruto de las lentes bajo las cuales cada
uno de nosotros percibimos la realidad. Curiosamente, aunque no hay dos lentes
idénticas, la realidad es que la mayoría de nosotros compartimos unas creencias
comunes. Ellis afirmaba que existen 11 creencias limitantes e irracionales, las
cuales están presentes en un gran porcentaje de la población. Estas creencias
son las siguientes:
1. Es imprescindible ser querido y aceptado por todo el
mundo.
2. Uno debe ser muy competente y saber resolverlo todo si
quiere considerarse como una persona necesaria y útil.
3. En el mundo hay gente mala y despreciable que debe recibir
su merecido.
4. Es terrible que las cosas no salgan como a uno le gustaría
que fuesen.
5. Las desgracias que vivimos son consecuencia de causas
externas, y nosotros tenemos ninguna o muy pocas posibilidades de controlar
nuestros disgustos y trastornos.
6. Si algo es o puede ser peligroso o atemorizante, uno ha de
preocuparse mucho al respecto y recrearse constantemente en la posibilidad de
que ocurra.
7. Es más fácil evitar que hacer frente a algunas
dificultades o responsabilidades personales.
8. Siempre necesitamos de alguien más fuerte que uno mismo en
quien poder confiar.
9. Un suceso pasado tiene una importante influencia en la
conducta presente, porque si algo nos afectó mucho en el pasado, continuará
afectándonos indefinidamente.
10. Uno debe de estar permanentemente preocupado por los problemas de los demás.
11. Siempre existe una solución correcta, precisa y perfecta
para los problemas humanos, si no se encuentra esta solución sobreviene la
catástrofe.
Según Albert Ellis, si somos capaces de identificar la
irracionalidad de estos patrones de pensamiento, buscando alternativas más
racionales y realistas, también seremos capaces de generar estados emocionales
más saludables en nosotros.
Seguramente, te has sentido identificado/a con una o más de
estas creencias. Tranquilo/a, es normal, no obstante debes tener en cuenta que
el problema no es tener estas creencias, sino que éstas dominen tus acciones.
Cuando estas creencias se convierten en necesidades imprescindibles para tí,
condicionando tus conductas y limitando tus acciones, es cuando deberías
revisarlas.
Vamos a poner un ejemplo; si para alguien es imprescindible ser querido y aceptado por todo el mundo, la consecuencia será que este individuo, en cualquier situación de su vida, focalizará toda su energía en agradar y ser aceptado de forma incondicional por el resto de personas.
Esta actitud provocará que la persona no se mueva por sus necesidades y deseos más genuinos, sino por lo que cree que los otros esperan de ella. Cuando esto sucede, la persona se desconecta de sí misma, relegando sus necesidades a un segundo plano en favor de las de otros. Esta actitud, aparte de significar un gran esfuerzo para quien mantiene esa creencia, también favorece el malestar y el sufrimiento, al generar un estado de incoherencia interna.
Por último, es importante decir que nadie debería sentirse culpable
por mantener este tipo de creencias. La mayoría de estas convicciones tienen su
origen en nuestros primeros años de vida, siendo producto de la educación
recibida y del entorno social y familiar en el que nos criamos. Sin embargo, llegados
a la edad adulta, es nuestra responsabilidad replantearnos lo aprendido,
flexibilizando aquellas creencias que puedan ser limitantes para nosotros, y
sustituyendo aquellas creencias ajenas por otras de más
genuinas.
La cuestión relevante en este sentido es como nos
relacionamos con este tipo de creencias, y el grado de importancia que le damos
en nuestra vida. Cuando acatamos estas creencias como si fuesen unos mandatos
divinos, sin ningún tipo de cuestionamiento ni filtro por nuestra parte, es
cuando las creencias devienen dañinas y limitantes.
Desde la terapia trabajamos para que la persona tome
conciencia de las creencias tóxicas que pueden estar limitándole. Las sesiones
terapéuticas permiten a la persona flexibilizar sus creencias irracionales, así
como cambiar aquellos patrones de pensamiento disfuncionales, por otros de más racionales
y saludables.
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Leslie Beebe
Terapia Gestalt en Barcelona
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