La importancia de pensar bien (II)

La importancia de pensar bien (II). En un artículo previo, “La importancia de pensar bien”, ya hablé de la gran influencia que tienen los pensamientos en nuestros sentimientos, condicionando también las acciones que realizamos. Mantener pensamientos pesimistas sobre la realidad, o de desvalorización personal, nos conduce a padecer de un mayor grado de sufrimiento en nuestra vida. Este patrón de pensamiento disfuncional se fundamenta en toda una serie de creencias limitantes, las cuales son opiniones y valoraciones dañinas sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea.

Terapia emociones


Respecto a estas creencias limitantes, habló el psicólogo Albert Ellis. Albert Ellis fue un psicoterapeuta de los años 50, fundador de la Terapia Racional Emotiva. Este psicólogo creía firmemente en la influencia que ejercen los pensamientos en la forma como nos sentimos. Según su teoría, si somos capaces de identificar las creencias que sustentan los pensamientos limitantes, podremos llegar a sanar las emociones que este tipo de pensamiento nos produce.

Ellis argumentaba que no son los acontecimientos que vivimos los que nos afectan, sino la interpretación que hacemos de ellos. Esta interpretación, personal y única, es fruto de las lentes bajo las cuales cada uno de nosotros percibimos la realidad. Curiosamente, aunque no hay dos lentes idénticas, la realidad es que la mayoría de nosotros compartimos unas creencias comunes. Ellis afirmaba que existen 11 creencias limitantes e irracionales, las cuales están presentes en un gran porcentaje de la población. Estas creencias son las siguientes:

1. Es imprescindible ser querido y aceptado por todo el mundo.

2. Uno debe ser muy competente y saber resolverlo todo si quiere considerarse como una persona necesaria y útil.

3. En el mundo hay gente mala y despreciable que debe recibir su merecido.

4. Es terrible que las cosas no salgan como a uno le gustaría que fuesen.

5. Las desgracias que vivimos son consecuencia de causas externas, y nosotros tenemos ninguna o muy pocas posibilidades de controlar nuestros disgustos y trastornos.

6. Si algo es o puede ser peligroso o atemorizante, uno ha de preocuparse mucho al respecto y recrearse constantemente en la posibilidad de que ocurra.

7. Es más fácil evitar que hacer frente a algunas dificultades o responsabilidades personales.

8. Siempre necesitamos de alguien más fuerte que uno mismo en quien poder confiar.

9. Un suceso pasado tiene una importante influencia en la conducta presente, porque si algo nos afectó mucho en el pasado, continuará afectándonos indefinidamente.

10. Uno debe de estar permanentemente preocupado por los problemas de los demás.

11. Siempre existe una solución correcta, precisa y perfecta para los problemas humanos, si no se encuentra esta solución sobreviene la catástrofe.

Según Albert Ellis, si somos capaces de identificar la irracionalidad de estos patrones de pensamiento, buscando alternativas más racionales y realistas, también seremos capaces de generar estados emocionales más saludables en nosotros.

Seguramente, te has sentido identificado/a con una o más de estas creencias. Tranquilo/a, es normal, no obstante debes tener en cuenta que el problema no es tener estas creencias, sino que éstas dominen tus acciones. Cuando estas creencias se convierten en necesidades imprescindibles para tí, condicionando tus conductas y limitando tus acciones, es cuando deberías revisarlas.

Vamos a poner un ejemplo; si para alguien es imprescindible ser querido y aceptado por todo el mundo, la consecuencia será que este individuo, en cualquier situación de su vida, focalizará toda su energía en agradar y ser aceptado de forma incondicional por el resto de personas.

Esta actitud provocará que la persona no se mueva por sus necesidades y deseos más genuinos, sino por lo que cree que los otros esperan de ella. Cuando esto sucede, la persona se desconecta de sí misma, relegando sus necesidades a un segundo plano en favor de las de otros. Esta actitud, aparte de significar un gran esfuerzo para quien mantiene esa creencia, también favorece el malestar y el sufrimiento, al generar un estado de incoherencia interna.

Terapia Emocional Barcelona


Por último, es importante decir que nadie debería sentirse culpable por mantener este tipo de creencias. La mayoría de estas convicciones tienen su origen en nuestros primeros años de vida, siendo producto de la educación recibida y del entorno social y familiar en el que nos criamos. Sin embargo, llegados a la edad adulta, es nuestra responsabilidad replantearnos lo aprendido, flexibilizando aquellas creencias que puedan ser limitantes para nosotros, y sustituyendo aquellas creencias ajenas por otras de más genuinas.

La cuestión relevante en este sentido es como nos relacionamos con este tipo de creencias, y el grado de importancia que le damos en nuestra vida. Cuando acatamos estas creencias como si fuesen unos mandatos divinos, sin ningún tipo de cuestionamiento ni filtro por nuestra parte, es cuando las creencias devienen dañinas y limitantes.

Desde la terapia trabajamos para que la persona tome conciencia de las creencias tóxicas que pueden estar limitándole. Las sesiones terapéuticas permiten a la persona flexibilizar sus creencias irracionales, así como cambiar aquellos patrones de pensamiento disfuncionales, por otros de más racionales y saludables.

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Leslie Beebe

Terapia Gestalt en Barcelona


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