Los 4 pilares de la autoestima
Los 4 pilares de la autoestima. Una de las áreas que se trabaja en todo proceso de terapia es la autoestima. La autoestima está estrechamente relacionada con la imagen que tenemos de nosotros mismos, el denominado autoconcepto, e incluye también el tipo de valoración que mantenemos respecto a nuestra persona.
Definimos autoestima como el conjunto de sentimientos,
pensamientos y conductas que hacen que una persona se considere digna de ser
querida y valorada por sí misma, sin tener que depender para ello de la
valoración externa. La autoestima se compone de dos factores básicos; el
primero es un sentimiento de aceptación y amor por uno mismo (“yo me acepto y me quiero tal y como soy”),
y el segundo es un sentimiento de competencia y valía personal (“yo valgo y puedo conseguir lo que me
proponga”).
La autoestima no es innata, se va definiendo a partir de las sensaciones y experiencias que vamos incorporando a lo largo de nuestra historia personal. En este sentido, el entorno que vivimos en la infancia es determinante en la formación de nuestra autoestima. Si durante esos primeros años de vida vivimos en ambientes en los que como niños no fuimos reconocidos, valorados, apoyados y queridos por las figuras parentales, la probabilidad de que nuestra autoestima sea frágil en la edad adulta será más elevada.
Si por el contrario recibimos
cariño, apoyo y reconocimiento en la infancia por parte de nuestros padres,
disponemos de más probabilidades para que nuestra autoestima sea saludable
cuando seamos adultos. Aunque podemos considerar esos primeros años de
formación del carácter como fundamentales en el desarrollo de nuestra autoestima,
también debemos valorar el resto de nuestra historia personal como un factor
que influye en ella. Asimismo, la autoestima no debe ser entendida como una
meta, sino más bien como un elemento que deberemos ir cuidando a lo largo de la vida,
como una planta que vamos regando y vigilando.
Según mi experiencia personal, y a partir del trabajo realizado con mis clientes en terapia, puedo afirmar que un gran porcentaje de la población carece de una autoestima saludable. Alcanzar un nivel de autoestima sano suele requerir de un trabajo terapéutico sostenido a lo largo del tiempo, el cual nos permita ser conscientes de las trampas en las que caemos, y que perjudican la salud de nuestra autoestima. Algunas de estas trampas parten de unas creencias e ideas limitantes sobre el mundo y sobre nosotros mismos. Estas creencias se manifiestan a través de nuestro diálogo interno mediante mensajes de desvalorización y crítica severa hacia nuestra persona.
La realidad es que en general nos tratamos bastante mal a nosotros mismos, no nos respetamos y en un gran número de ocasiones no creemos ser merecedores de las cosas buenas que nos pasan en la vida. En tal sentido, la terapia puede ayudarnos a tomar cartas en el asunto para empezar a trabajar en la consecución de una autoestima sana.
Gozar de un nivel de autoestima saludable nos puede ayudar en los
siguientes aspectos de nuestra vida:
Facilita la relación con otras personas, favoreciendo las
relaciones que nos nutren, basadas en la sinceridad y la honestidad con uno mismo y
con el resto.
Mejora la confianza en uno mismo y en las capacidades
propias, lo que nos permite tomar las decisiones oportunas para
alcanzar las metas establecidas.
Nos ayuda a tomar una mayor responsabilidad personal y una actitud
proactiva ante la vida, alejándose de la irresponsabilidad y el victimismo
derivados de una baja autoestima.
Contribuye a que alcancemos un bienestar psíquico y emocional.
Nos permite una optima gestión emocional, tomando
conciencia de nuestras necesidades, así como la mejor forma para satisfacerlas.
El psicoterapeuta Walter Riso estableció 4 pilares que forman
la autoestima, y que en consecuencia deben de considerarse en el trabajo
terapéutico. Estos pilares son; el autoconcepto, la autoimagen, el autorrefuerzo
y la autoeficacia.
El autoconcepto
El autoconcepto es la opinión que tenemos de nosotros mismos
y lleva asociado un juicio de valor. El autoconcepto es la construcción mental
de cómo nos reconocemos a nosotros mismos. Esta opinión que tenemos sobre
nuestra persona condiciona la forma en como nos hablamos y tratamos. En un gran
número de ocasiones mantener una opinión pobre sobre nuestra persona nos
conduce a tratarnos de una forma excesivamente demandante y desvalorizadora, e
incluso cruel por momentos. Esta actitud también nos lleva a compararnos con otras personas, con
la única finalidad de sentirnos víctimas de las circunstancias.
Por el contrario, adoptar un autoconcepto realista y
objetivo, aceptando que tenemos puntos débiles de mejora, pero también
aptitudes, beneficiará una mirada amorosa y compasiva hacia nosotros mismos.
La autoimagen
La autoimagen es el grado de satisfacción con nuestra imagen.
Recordemos que la imagen va más allá de ser una cualidad física, para ser un
estado de satisfacción y aceptación con nosotros mismos. En consecuencia es
fundamental que seamos nosotros quien nos sintamos bellos, sin necesidad de depender
de opiniones externas que nos validen. Creo que a todos nos influye en mayor o
menor medida las opiniones externas. Somos seres sociales, y como tal, el
juicio está a la orden del día cuando nos relacionamos con nuestros congéneres.
Otra cosa diferente es cuando volcamos nuestros esfuerzos en conseguir la
aprobación externa.
Cuando vivimos pendientes de los juicios y opiniones externas, nos alejamos de nuestra esencia. Nos convertimos así en seres frágiles y dependientes, a merced del entorno y viviendo de cara a la galería para contentar a otros. Desde esta actitud vivimos en un estado de falta de libertad, con una insatisfacción creciente que intentamos apaciguar mediante los feedbacks positivos del exterior. Cuando tomamos conciencia de que el grado de satisfacción depende de nosotros, y no del entorno, es cuando podemos cultivar una autoimagen saludable.
El autorrefuerzo
La mayoría de nosotros tenemos la tendencia de tratar mejor a
las personas de nuestro entorno que a nosotros mismos. En un gran número de
ocasiones no nos cuesta ver las capacidades y habilidades de otras personas,
sin embargo somos incapaces de reconocer nuestras cualidades y puntos fuertes. En
esta línea, al igual que somos capaces de ser compasivos y empáticos con otras
personas, también deberíamos empezar a serlo con nosotros mismos. Un ejemplo es cuando empatizamos
y aceptamos el error en otros, mientras nos culpabilizamos y castigamos
severamente por los errores propios.
Para cultivar una autoestima saludable es fundamental
reconocer aquello que hacemos bien, premiando nuestros logros y aceptando que
como seres humanos somos susceptibles de equivocarnos, un factor necesario para
el aprendizaje.
La autoeficacia
La autoeficacia es la confianza que tenemos de alcanzar unas metas
determinadas. Esta habilidad se basa en la creencia que podremos hacer frente a
los obstáculos que se nos presenten en la vida, utilizando nuestras habilidades
y recursos personales. Esta creencia también es sinónimo de aprender a lidiar
con la frustración, entendiendo que no siempre conseguiremos aquello que nos propongamos.
Sin embargo, si somos constantes y nos mantenemos apasionados con la meta que
deseamos alcanzar, la probabilidad de éxito será mucho mayor.
Si sientes que tu autoestima se encuentra debilitada, no
esperes más, la terapia puede ayudarte a cuidar de tu autoestima. Para más
información CLICA AQUÍ y te informaré sin compromiso.
Si quieres saber más sobre la autoestima, te invito a leer
otros de mis artículos relacionados con el tema:
La autoestima una herramienta para el cambio
Leslie Beebe
Acompañamiento emocional y terapéutico
Terapia Gestalt en Barcelona
Comentarios