Como afrontar la ansiedad

Como afrontar la ansiedad. Con frecuencia utilizamos tres términos, que aunque parecidos, guardan algunas diferencias entre sí, como son: estrés, ansiedad y angustia.

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El estrés es una sensación de tensión física o emocional ante un determinado estímulo externo que nuestro organismo identifica como una amenaza. El estrés pone en alerta nuestro cuerpo para evaluar la situación y decidir qué hacer, si huir o enfrentar el peligro. Es una reacción que parte de nuestro instinto primario de supervivencia.El estrés permite que nuestro organismo movilice la energía necesaria para enfrentarse a dicha amenaza. 

Por norma general cuando se produce el estrés, podemos identificar claramente el factor estresante que lo ha provocado, por ejemplo una disputa familiar, una discusión con nuestro jefe o bien una época en que tenemos más volumen de trabajo. Aunque el estrés puede prolongarse durante un tiempo, lo normal es que cuando el factor estresante desaparezca, también lo hagan los síntomas del estrés.

La ansiedad es muy parecida al estrés, en cuanto a movilización del cuerpo. Es decir, también surge como una reacción de nuestro organismo ante una situación que percibimos como amenazante. Realmente la frontera entre estrés y ansiedad es muy fina, y difícilmente identificable, pues los síntomas que generan ambos son prácticamente idénticos. La diferencia es que mientras en el estrés el factor desencadenante es externo, identificable y por norma general de corta duración, la ansiedad procede de un factor interno, no siempre identificable y que se alarga en el tiempo. Con frecuencia mientras que en el estrés podemos identificar los motivos que lo provocan, en la ansiedad muchas veces no es tan fácil encontrar su origen.

Con el estilo de vida de nuestra sociedad occidental, la ansiedad ha tomado un mayor protagonismo en las últimas décadas. En nuestra vida diaria muy pocas veces tenemos que enfrentarnos a peligros que amenacen nuestra integridad física, como pasaba en épocas pasadas cuando había guerras, o bien cuando el hombre necesitaba salir a cazar para alimentarse. La mayoría de peligros con los que nos enfrentamos en la actualidad proceden de un único lugar, nuestros pensamientos. El hombre posee un intelecto a partir del cual puede desarrollar una imaginación creativa, sin embargo esta imaginación en muchas ocasiones nos trae problemas, al fantasear y futurizar peligros donde realmente no los hay, generando problemas de ansiedad.

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Aunque el desarrollo tecnológico ha sido imparable en el último siglo, nuestro cerebro no ha evolucionado al mismo ritmo. Las amenazas procedentes de nuestra imaginación son procesadas por el cerebro de la misma forma que si la amenaza existiese en la realidad presente. En consecuencia ante un factor estresante, ya sea interno o externo, nuestro organismo se pone en alerta para enfrentar ese peligro; el ritmo cardíaco se acelera al igual que la respiración, la digestión se ralentiza, más sangre se concentra en las extremidades, se agudizan los sentidos, y tantas otras acciones que tienen como objetivo activar el cuerpo ante la amenaza percibida.

No obstante nuestro organismo no está preparado para vivir en un estado de alerta constante, por ello si los estados de estrés y ansiedad perduran en el tiempo, pueden derivar en otro tipo de trastornos. Algunos de estos trastornos son; dificultad para dormir, problemas digestivos, tensiones corporales, dolores de cabeza, etc… Si el estado de alerta en nuestro organismo se mantiene durante largos periodos de tiempo, también aumentamos la probabilidad de desarrollar un problema de salud más grave como puede ser insuficiencia cardíaca, presión arterial alta, úlceras estomacales o diabetes, entre otras.

El tercero de los términos que se asocia al estrés y la ansiedad es la angustia. La principal diferencia de la angustia respecto al estrés y la ansiedad es su intensidad, siendo mucho más elevada en la angustia. En la angustia los síntomas toman el cuerpo; en primer lugar aparecen otros síntomas físicos, a parte de los ya mencionados, como son la sudoración excesiva, los temblores, los mareos o las nauseas entre otros. Paralelamente a estos síntomas surgen otros a nivel psicológico, como la sensación de irrealidad, la despersonalización y los pensamientos intrusivos, los cuales suelen hacer referencia al miedo a morir o la posibilidad de volverse loco. La angustia en su punto álgido es lo que se denomina con el nombre de crisis de ansiedad o ataque de pánico.

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¿Cómo afrontar la ansiedad?; esta es una pregunta que con frecuencia me hacen en las sesiones de terapia. En primer lugar es importante decir que ansiedad y angustia, principalmente, son síntomas, y no causas de malestar. Esto significa que son un reflejo de algo que nos está afectando, pero que actualmente o bien no somos conscientes de ello, o bien no lo queremos ser. Los síntomas asociados a estos trastornos son mensajes que nos avisan de algún desequilibrio emocional, del cual deberíamos ocuparnos con la mayor brevedad posible si no queremos que el malestar se agudice. 

Es por tanto importante conocer la fuente de ese malestar, y no solo tratar el síntoma derivado de ella. La medicación o las técnicas de relajación pueden ayudar a aliviar los síntomas, pero debemos tener claro qué si no conocemos el origen, solo serán parches a un problema que seguirá estando presente en nuestra vida.

“Nuestra ansiedad no viene de pensar en el futuro, sino de querer controlarlo” Khalil Gibran

A continuación voy a dar una pautas breves sobre cómo afrontar la ansiedad.

1. Cambia tu actitud. Cuando aparece la ansiedad la actitud que adoptamos suele ser la de resistencia. Deseamos que la ansiedad se vaya lo más pronto posible, y queremos evitar que las otras personas de nuestro alrededor se den cuenta de que la sufrimos. Debemos tener claro que cuanto más luchemos por reprimir los síntomas de la ansiedad, más se van a intensificar. Por este motivo es recomendable adoptar una actitud de escucha y de aceptación de aquello que nos está pasando. Para ello puedes utilizar ejercicios de relajación o de conciencia corporal que te permitan contactar con el presente y con tus sensaciones, para así ir reduciendo progresivamente tu ansiedad.

2. Evita enjuiciar. Relacionado con el punto anterior, la actitud de aceptación debe ir acompañada de un no juicio ante los síntomas de la ansiedad. La ansiedad no es ningún problema de salud del que tengamos que avergonzarnos, ni tampoco desvalorizarnos o culpabilizarnos.

3. La ansiedad no es peligrosa. Incluso en sus mayores niveles, como es el caso de la angustia, la ansiedad no supone un riesgo para nuestra vida, aunque obviamente sus síntomas sean desagradables. Si nos quedamos con nuestra ansiedad, en contacto con ella unos minutos, en una actitud de aceptación, veremos cómo su intensidad se reduce.

4. Escucha tu ansiedad. El último punto y más importante es conocer aquello que motiva nuestra ansiedad. Para ello la terapia puede ser la ayuda que nos habilite a tomar conciencia de la causa de nuestra ansiedad, para así poder recuperar nuestro equilibrio emocional.

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Si quieres conocer más sobre la ansiedad, seguidamente te dejo los siguientes artículos.




Si actualmente estás pasando por un estado de estrés, ansiedad o incluso angustia, no esperes más y pide ayuda, tu cuerpo y tu salud te lo agradecerán. Puedes ponerte en conmigo en ESTE ENLACE o bien en el teléfono 645 368 714, (llamada o whatsapp), y te informaré sobre como la terapia puede ayudarte a superar tu ansiedad.

Leslie Beebe






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